El muro de
contención y los migrantes que no cuentan
“Donde
vayas van tus derechos”
A la anterior cita que está en una valla estatal, le
podríamos agregar otra que dice algo así: La solidaridad es la ternura de los
pueblos... Hermosa frase que se me viene a la mente con motivo del tema en
reflexión con indignación, o más coloquialmente con arrechura, al conocer de las personas ahogadas que según reportes de noticias, aparecieron en las
aguas del pacífico nicaragüense.
Recién leí el libro Los migrantes que no importan, del periodista salvadoreño Óscar
Martínez, segunda edición de octubre de 2012, presentado por Carlos Dada
Director del periódico Digital El Faro. Por supuesto, no pretendo ni tengo
capacidad para desmenuzar tamaña obra. Sólo comentaré lo que me significó su
lectura, escribo entonces como lector impresionado,
atrapado por las emociones de lo que me generaron las 289 páginas, de principio
a fin son espeluznantes.
Las historias, los hechos narrados estremecen y las
considero un regaño a nuestras conciencias, a la conciencia de todos los
países, de la humanidad entera, aunque en primera fila estén los Estados y
gobiernos que expulsan a sus nacionales para que después, en la búsqueda de
mejor vida, sean víctimas de todo el imaginario delictivo que un ser humano
pueda sufrir.
La ruta, el recorrido de los migrantes de sur a norte
está lleno de campos minados, no sólo por la posibilidad de morir ahogados o
por deshidratación en el desierto, en el intento de tocar territorio estadounidense,
sino y lo que es peor, antes de intentarlo. Óscar nos cuenta los testimonios de
víctimas de violencia sexual, asaltos, torturas, verdaderas ejecuciones, las
que soportan con el afán de huir de sus países y realizar un sueño, que para
muchos ha sido una pesadilla.
El mencionado periodista nos comparte cómo mueren los migrantes en
su recorrido por el temible tren o cuando menos quedan mutilados porque en su
caída pierden uno o más miembros de su cuerpo. Cómo operan los traficantes o
tratantes de personas, en general con la complicidad oficial. Para los
migrantes la protección a sus derechos es la excepción.
Y, como en medio de
tanta maldad siempre existe una luz, nos cuenta cómo trabajan casas o albergues
para los migrantes, como señal de que no todo está perdido, aunque el sueño de
llegar hasta el país del norte para muchos se haya truncado.
Entre las personas que expresan la solidaridad como
ternura, está el padre Alejandro Solalinde, quien hace pocas semanas estuvo en
Nicaragua a cargo de una conferencia magistral en la UCA. Carlos Dada, en la
presentación del libro cita palabras del padre que son las siguientes "Si a pesar de todos estos peligros siguen
viniendo, cómo será el lugar del que huyen" (página 8).
Mientras terminaba de leer el libro, en Nicaragua las
noticias sobre los migrantes estaban más relacionadas a la millonada de dólares
que envían al país, sobre sus derechos casi no se dice, porque ellos poco
cuentan o como dice el título del libro NO importan, lo que más se cuenta es el
dinero que mandan sean dólares o euros.
Nicaragua
también tiene su muro
A propósito de la importancia que tienen los
migrantes... Basta saber sobre el valor que les dispensa Trump y su muro. Aunque no hay que ir hasta México para estrellarse con el muro, pues acá en nuestro país está uno llamado el muro de contención, sí Nicaragua lo tiene especialmente en la frontera sur con Costa
Rica.
Ese muro de contención, firme y extenso que a esa intransigencia inhumana le es atribuible el
hecho de que unos migrantes, que buscaban cómo pasar por nuestro hermético
territorio, se hayan ahogado en el Pacífico nicaragüense: vidas truncadas, de
ellos no sabemos plenamente cuántos son, ni sus nombres ni su origen, sus
familias no saben qué les pasó, eran personas, no algas, ni peces.
Murieron en el intento y no pudieron siquiera
acercarse a la frontera de la que nos cuenta Oscar en su extraordinario libro. Cuántos son…? Dicen que una media docena de personas, seres
humanos que no fueron bienvenidos en el país que dice en vallas que donde vayan
van con sus derechos… NO, nada de ese eslogan fue cierto para ellos.
Supimos que se ahogaron exactamente al cumplir un año
de otros migrantes que aparecieron en el lago de Nicaragua, también ahogados.
Un año después… Y no sabemos los resultados de la investigación que instó
Naciones Unidas al Estado de Nicaragua. Es que son las personas, los migrantes
que no cuentan.
Obviamente ese trato no tiene nada que ver con ternura
ni solidaridad. Todo lo contrario, represión pura y dura y eso que habría que “agradecer
a Dios” que acá en Nicaragua el Estado es socialista, cristiano y solidario,
eso está dicho en nuestra Constitución Política de la República, aunque del
dicho a los hechos… Sólo les va quedando en las vallas, porque en la frontera
Sur, los migrantes no importan.
Qué ironía, por decir lo menos, las mismas
instituciones armadas de policías y militares, cuyos agentes arriesgan sus
vidas buscando a los ahogados, son las fuerzas que garantizan el muro de
contención y represión contra la inmigración.
Ojalá pronto tengamos capacidad de despertar, alzar la
voz y expresar nuestra indignación por los muertos, aunque preocupémonos para
que vivan y no mueran en el intento.
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