lunes, 29 de julio de 2019
Raynéia Gabrielle Da Costa Lima
¡ EN NUESTRA MEMORIA SIEMPRE !
Foto Cortesía
Raynéia nació en Brasil, su deseo de ser médica la trajo hasta Nicaragua, a la que definió como su segunda patria, así lo indicó la señora María José Da Costa, madre de Raynéia, quien refirió por medio de mensajes de texto que su hija decía que “ella había nacido en Brasil, pero renacido en Nicaragua, porque amaba este país” (La Prensa, 23 de julio 2019).
Tenía 31 años y estaba por terminar su carrera de Medicina, las balas de los fusiles de guerra de la dinastía Ortegamurillo se lo impidieron, la asesinaron la noche del 23 de julio del 2018, para esta fecha el sonido del terror ya había asesinado a centenares de jóvenes, niños y adultos, en las operaciones limpieza en Masaya, Carazo, Jinotega, León, Estelí, Managua, Chontales y otros departamentos del país.
El 23 de julio, irónicamente era día del estudiante.
Sus compañeros de la Universidad Americana - UAM, en Nicaragua y sus seres queridos en Brasil fueron estremecidos con el asesinato. Ella era estudiante, NO era delincuente, a como lo es el que tenemos de Presidente. Precisamente éste último ordenó una amnistía para que sus “soldados de la paz” no paguen por todos los crímenes cometidos contra nuestro pueblo.
Ocultando la verdad inmediatamente después del crimen
Solo los asesinos intelectuales, los asesinos materiales (dicen de uno llamado Pierson Gutiérrez Solís) y sus cómplices, saben cuántos disparos realizaron los mensajeros de la muerte aquella noche fatídica. Los que habitamos como a un kilómetro del lugar del crimen escuchamos el sonido del terror, no había cómo conciliar el sueño, menos para los vecinos cercanos, fue otra noche de angustia.
Donde fue asesinada Raynéia estaba bajo la influencia de paramilitares. Inmediatamente y no por casualidad se esfumaron o se ocultaron en la zona. Como por arte de magia los agentes del régimen realizaron otra operación limpieza, la de borrar toda huella relacionada al derecho a la verdad y justicia, derechos que exige la señora María José Da Costa.
A diferencia de lo hecho con las y los presos políticos, los operadores de la injusticia no nos presentaron “con todo” al “único” asesino, quien se declaró culpable, usando una conocida estrategia cuyo objetivo es que no se hable más del caso, pues en un verdadero juicio existe la probabilidad de escudriñar el fondo y nos podía conducir a la telaraña de las estructuras de los escuadrones. Al cerrar el caso se encargaron de ocultar la verdad, porque de ésta es la que menos conocimos.
Es ignorancia mía o me paso de ingenuo con las siguientes preguntas… ¿Cuándo presentó la dictadura dinástica el documental sobre la verdad del asesinato de Raynéia Gabrielle Da Costa Lima? ¿Sus acuciosos investigadores NO pudieron dar con las claves de la verdad en sus 180 grados? ¿Cuántos impactos de balas recibió el auto que trasladaba a la joven brasileña? Exactamente para no responder a ninguna interrogante es que el señalado como único asesino, se declaró culpable ante uno de los tantos jueces de la dictadura.
Pretenden asesinar su memoria
Desde el Colectivo “Nicaragua Nunca +”, en el momento de su aprobación, condenamos la ley de Amnistía, porque dicha ley es sinónimo de impunidad, con la cual pretenden que vivamos sin memoria individual y colectiva, para que aceptemos como común el nefasto ciclo de nuestra historia, de cargar con criminales impunes que, a la brava quieren seguir desgobernando o mejor dicho, destruyendo nuestro país.
La Amnistía, como borrón y cuenta nueva, tiene como consecuencia inaceptable que nos olvidemos de los horrores cometidos por la tiranía y peor aún pretenden que olvidemos a los centenares hijos del pueblo asesinados en estos últimos 15 meses, más los asesinados en las últimas décadas.
Un año después del asesinato se oficializa la liberación del paramilitar. Ahora pretenden asesinar nuestra memoria y que olvidemos a los centenares de asesinados, que olvidemos a la Doctora Raynéia Gabrielle Da Costa Lima.
Anteayer fue la promoción de la UAM, Raynéia fue inspiración de sus colegas de promoción, por orden de los supremos del poder y del abuso, se suspendió el acto porque se le haría un homenaje a la muchacha brasileña.
Estos son tiempos de NO olvido y la recordaremos siempre, y cuando seamos libres, conoceremos la verdad y se le hará justicia, su nombre estará en la memoria de nuestro pueblo a quien ella escogió como su segunda patria.
Cuando salgamos de la pesadilla que representa la dinastía sangrienta, le podremos decir a la señora María José Da Costa: Su hija no murió en vano, nunca la olvidaremos y su derecho a la verdad, justicia y reparación será una realidad, la juventud de la UAM ya lo certificó y con una dignidad extraordinaria.
Viva Nicaragua libre, Democracia sí, Dictadura NO
Raynéia Gabrielle Da Costa Lima… PRESENTE!!!
miércoles, 27 de marzo de 2019
LA VEIA VENIR
En las reflexiones de mi blog, he procurado reflejar mis vivencias y experiencias como defensor de derechos, sin ocultar mis sentimientos, emociones y convicciones.
La página la creé hace más de tres años con la complicidad de un amigo periodista que me insistió y animó para que escribiera, así como la de seres queridos que me observaron que el blog era lo más adecuado para mí, dado que no tengo Facebook, ni Twitter, ni otros etcéteras en asuntos de redes.
Comenzar a escribir y sostener el blog, ni lo imaginaba y menos hacer un recuento sobre tantos temas que al revisarlos caigo a la cuenta que tenía razón el haber expuesto ante mis colegas defensores en Nicaragua que LA VEÍA VENIR... A la dictadura Ortegamurillo desatada contra el CENIDH, en un contexto de verdadera masacre contra el pueblo.
En junio escribí
sobre “la derrota de la dictadura y el castigo a todo un pueblo”, castigo que
sigue en desarrollo. En lo sucesivo deduje que en la caída final no nos
perdonarían, dado nuestro demostrado compromiso con las víctimas y la denuncia
frontal del poder dictatorial, tenebroso y sangriento.
Un par de años atrás,
a uno de mis artículos le denomino AHI VIENE LA GUARDIA como alerta y
recuerdo de la otra dinastía sangrienta. Ya asomaban con creces las señales sangrientas,
por eso también escribí sobre las ejecuciones en violación al derecho a la
vida.
Ya les había
compartido que la revolución estaba vaciada de contenido y asaltada por una
nueva, aunque con caras viejas, dictadura dinástica. Ni revolución ni
democracia, en palabras de Saramago, los del poder revolucionario se
convirtieron en indignos de su propia historia.
Así, unos meses antes de la insurrección popular, legítima y desarmada
de abril del año pasado, cuestioné el modelo de hacer dinero fácil, con los
nuevos y viejos millonarios como beneficiarios. Por eso funcionó de maravilla
el entendimiento tripartito, con “un modelo de exportación porque éramos un
país bonito, único y original”, donde desapareció la huelga laboral y el
silencio general era la tónica ante la matanza de campesinos y una sistemática
violencia estatal.
Extraordinario y ejemplar fue el
movimiento campesino, el que se sostuvo con un centenar de marchas durante 5
años, sin que el pacífico o las principales ciudades del país se levantaran lo
suficiente para corresponder al campesinado que nos dio lección de dignidad en
defensa del lago, la tierra y la soberanía.
En casi doce años, el régimen concentró
todos los poderes y eliminó la mayoría de los espacios de participación
política en los asuntos de gobierno. Las organizaciones de la sociedad civil
fueron limitadas al máximo por la política de intolerancia y exclusión por
parte del gobierno “pueblo presidente”; en fin la dictadura en desarrollo, para
lo cual ya no se preocupaban de las apariencias realizando “elecciones”
fraudulentas y “ganando” en abrumadora abstención. Todas las instituciones del
Estado subordinadas al Ejecutivo.
Pero llegó abril, inesperado para la
mayoría y menos esperado por una familia encumbrada en las alturas de la
soberbia y la borrachera que genera la eternidad del poder. Así, al ver que la
cultura de sometimiento explotó en una vibrante ciudadanía cargada de juventud,
la familia real no perdonó y descargó todo su odio, castigo y venganza.
Recordemos que hacía 10 años el
Procurador Estrada, dijo desde el CENIDH que bastaba un llamado del Comandante
a su militancia para que no quedara piedra sobre piedra, ese llamado llegó en
2018 con el vamos con todo y con ello se cumplía el hacer cualquier cosa para
no perder el poder, digan lo que digan...
Es así que deduje que al CENIDH lo iban a
desbaratar, si eran capaces de masacrar al pueblo no les causaría ninguna
agrura masacrar organizaciones, máxime como el CENIDH que no se entregó ni se
vendió, es así que los crímenes de lesa humanidad se cometieron porque para la
dictadura Ortegamurillo el precio más alto no es asesinar al pueblo, sino
perder el poder.
Entonces, les fue fácil organizarse en
una estructura criminal o mejor dicho crear los escuadrones de la muerte y
convertir a las instituciones del Estado en proyectiles mortales contra el
pueblo, que se levantó para vivir en libertad. No obstante, hay quienes aún se
expresan como en desconcierto, señalando de cómo pasaron a ese nivel
sanguinario...
La veía venir, lo dije en el CENIDH y a
mucha gente, periodistas independientes y ciudadanía en lucha. No pocos nos
dijeron que a nosotros no nos caerían, yo respondí que para esa familia malvada
no había intocables, a menos que se presten a su oprobio. Está probado, bastaba
estar por la libertad para que la dictadura te castigara y castigue con todo,
aplicando las sentencias de muerte que se acostumbra en las guerras y en las
que por todos lados los criminales ven enemigos, a los que aplican métodos de
guerra, aunque no estemos en guerra.
No solo la veía venir... El 12 de
diciembre de 2018 nos cayeron con el decretazo destructivo, el 13 asaltaron las
instalaciones, se las robaron como ha sido también la costumbre de estos nuevos
multimillonarios.
Pero no les bastó el asalto y el robo,
como vieron que seguiríamos en medio del despojo, entonces armaron uno de los
tantos expedientes de la infamia, un verdadero esperpento, pues me acusaron de
haber participado en uno de los crímenes de Estado mejor documentado por el
pueblo y por las víctimas, en el barrio Carlos Marx, uno de los crímenes de lesa humanidad, cuyos
autores son paramilitares y policías, quienes el 16 de junio asesinaron a seis
miembros de la familia Velásquez Pavón, incluyendo 2 niños.
Nos imputan los crímenes cometidos por
sus escuadrones de la muerte, con la complicidad de las fuerzas establecidas
para proteger la vida de la población y como les dijimos la verdad en el propio
lugar del terror, no encontraron otra peor decisión de embarrarnos con sus
fechorías.
Obviamente ni el verdugo mayor del
Chipote, con grado de General que me acusó, se cree a sí mismo semejante
mentira, semejante infamia. No obstante, me sentenció y para ello el cinismo
cuenta con fiscales, que junto a él y junto a jueces y magistrados, pasarán
también al basurero de la historia.
La vi venir, sabía que nos desbaratarían,
pero lo que nunca me imaginé fue mi presente exilio, del cual escribiré
después.
Después de todo el poderío criminal
desatado en los últimos 11 meses, está claro que la historia se está repitiendo
y su final también. Ningún pueblo merece ser desgobernado por el crimen y la
ruina moral, el desenlace final está en desarrollo y es de libertad, justicia y
democracia.
Resulta imposible seguir aguantando el hecho de que una sola familia decida por nuestra vida y nuestra libertad.
Con el ejemplo de las miles de víctimas, la valentía de los presos y presas políticas, y por la resistencia de todo un pueblo, no tengo duda alguna que…
Venceremos!!!
martes, 12 de febrero de 2019
27 años en
defensa de los derechos humanos
Escribo con mis recuerdos influenciados por la emoción que
irradian los casi 10 meses de resistencia iniciada por nuestra juventud quien,
conectada con sus padres y abuelos activó, y de qué manera, un movimiento
social que le arrebató las calles a la dictadura y sobre todo los espacios
nublados de nuestras conciencias para alcanzar el sueño legítimo del Basta ya
de dictadura, Basta ya de crímenes, corrupción e impunidad, Basta ya de
ignominia, Basta ya de pueblo sin memoria y sí, artífice de la historia.
A propósito de la memoria e historia, dedico la presente a
las generaciones que en diferentes circunstancias han dado muestra de heroísmo
y dignidad, especialmente a la generación que desde el 18 de abril de 2018,
estremeció a todo un pueblo, cuestionando la esencia de las estructuras
tenebrosas que representan a la actual dinastía en el poder.
El sacrificio de nuestros jóvenes y niños no será en vano, la
opresión será derrotada definitivamente por la extraordinaria rebelión cívica.
No existe otra opción, es de derecho y nuestro pueblo lo merece. El crimen y la
infamia no tienen derecho a ser gobierno.
Hace 27 años (casi la mitad de mi vida), inicié mi
experiencia con una pasantía y meses después, en octubre de 1992, como defensor
permanente de los derechos humanos de la gente, de todos los colores, víctimas del abuso de poder de todos los
tiempos, en todos los gobiernos.
Recuerdo que cuando comencé por
estos caminos, más de un compañero de promoción me dijo que no tendría futuro,
me moriría de hambre, comparando a los ingresos que puede alcanzar un servicio
privado, en una firma de abogados (somos como 30 mil). Ahora, 27 años después,
aterrizo, recuento y me digo que no me morí de hambre ni tampoco hice dinero,
pero qué enriquecido me siento de dignidad aprendida y en comunión con el
pueblo.
Echando una mirada del
tiempo recorrido, concluyo con la convicción y orgullo de que no me equivoqué
de carrera, mucho menos de la decisión de ser un defensor de derechos humanos y
poner mis conocimientos al servicio de nuestro pueblo, el que me ha enriquecido
con su dignidad y heroísmo.
Sinceramente ninguna universidad, per se, enseña eso, aunque
debo recordar a una de mis grandes inspiraciones, el Padre César Jerez SJ,
quien fuera Rector de la UCA y con el cual logré cultivar una excelente
relación. Su humanismo, como un intelectual comprometido con los más
desposeídos constituyó ese factor de motivación, no en vano, el Padre Jerez fue
fundador del CENIDH.
Para nada ha sido fácil, menos en esta época en la que la
represión y la persecución política constituye el peor de los escenarios para
ser defensor o defensora de derechos humanos. Las masacres contra el pueblo, el
despojo de la mayoría de nuestros derechos, la destrucción del orden
constitucional, las cárceles llenas de presos y presas políticas, la tortura,
la desaparición forzada, el exilio, el asalto al CENIDH y a todas las
organizaciones, la cacería contra toda expresión al periodismo independiente
constituyen una evidencia de la brutalidad y calaña que nos desgobierna.
Mi activismo social, como dirigente estudiantil en la UCA me
ayudó a incursionar en el activismo de ese gran movimiento en que se fue convirtiendo
la promoción y defensa de los derechos humanos, con el significativo rol y
aporte del CENIDH. Era 1992, estábamos en medio de un convulsionado país en
transición. Fue la época del fin de la guerra de los 80 hacia un proceso de
pacificación, con violencia, pasadas de cuentas y violaciones de derechos humanos.
Ahora que procuro resumir las ideas y experiencias, no puedo
dejar de recordar aquellos años relacionados a ese contexto de transición, por
cierto duros y dolorosos: Me refiero a los
rearmados, los Re-compas (ex militares), los Re-contras (la resistencia
nicaragüense) y como después la realidad y los problemas comunes los juntaron,
se llamaron también Revueltos, a los que en general todos los gobiernos y
partidos les llenaron de promesas para engrosar sus filas, especialmente en
tiempos de campaña.
Como la guerra había recién concluido, las acciones
respondían a esa lógica de resolver las contradicciones con la violencia
armada, expresada en tomas, asaltos, secuestros, huelgas, tranques en las
carreteras, etc. Es por eso que, en los primeros años de la etapa de transición
de la guerra a la paz, el sonido de los fusiles no desapareció aunque
oficialmente se declaró el fin de la guerra entre nicaragüenses.
Se dice fácil, pero ese tiempo le traqueteó, no obstante, la
brutalidad de los crímenes de Estado que sufre actualmente el pueblo de
Nicaragua, es de magnitud terrorífica, sin pretender suavizar tiempo alguno,
pues dolor es dolor. Es triste caer en la comparación de quién ha sido más malvado,
criminal y nefasto. Hace más de 40 años se gritaba aquella consigna: Después de
Somoza, cualquier cosa… Y ve qué terrible nos resultó la familia sustituta.
Al integrar el equipo de defensa y denuncia recuerdo que
éramos un grupo pequeño, la mayoría aparecen en la imagen de arriba, imposible
no recordar a mi colega y hermano de lucha Bayardo Izabá Soliz, quien se nos
fue joven (falleció en julio de 2011) a ambos nos unió la causa (pertenecimos a
la llamada generación de los 80), nos graduamos juntos en la UCA, donde
defendimos el 6% e hicimos la pasantía en la misma etapa.
En diversas jornadas de esas intensas contradicciones,
violencia y protestas de calle, ahí estuvimos bajo el liderazgo y la
experiencia de la Dra. Vilma Núñez. Era el tiempo en que protestaban los que
hoy hacen de verdugos contra nuestro pueblo, éstos que ahora apuestan al olvido
y se ponen como mensajeros de la paz y que con fusiles de guerra masacraron a
una ciudadanía desarmada.
Obviamente, lo que hoy les comparto es apenas un resumen, a manera de ejemplos que ilustran y nos recuerdan hechos para que nuestra memoria no olvide. Dejo pues la observación y aclaración de que hay mucho por contar en casi 3 décadas.
En mayo de 2006, se realizó una protesta por demanda de mejores salarios, sus protagonistas fueron los médicos organizados en el Movimiento pro salarios. Sus acciones fueron beligerantes y la represión contra ellos no se hizo esperar, como defensores también corrimos riesgos.
El lema Derecho que no se defiende es Derecho que se pierde,
fue tomado por la gente en lucha, lo gritan en muchos lugares y diría que es
una de las expresiones de cómo la población se apropió de sus derechos y los
defiende de manera impresionante en estos tiempos de crimen y dictadura.
Sí, son 27 años en una labor inolvidable por lo aprendido y
por haberme convertido en un ciudadano de causas y compromisos, un sujeto para
la lucha y al servicio de muchísima gente, de todo eso me siento orgulloso y
cómo no estarlo después de haber compartido con muchísima gente, procurando
aliviar su dolor y también satisfacción por estar al lado de los más
desposeídos, a favor de las víctimas de los poderosos, como los actuales que
han masacrado a los hijos del pueblo y que también han masacrado y siguen
masacrando diversos derechos humanos, fundamentales.
No ha sido fácil estar bajo la presión de los gases
lacrimógenos, bajo el fuego cruzado de morteros y balas, bajo la intimidación,
la amenaza y la descalificación, en esas circunstancias peligrosas hemos
defendido los derechos de todos y todas. Como lo compartí en una
entrevista reciente con La Prensa, nunca había llorado tanto como en estos
meses. Imposible ser indiferente, menos neutrales. La neutralidad provoca
infartos.
Cómo no iba a llorar frente al dolor de las familias de los
asesinados, de los gravemente heridos, de los detenidos, desaparecidos,
torturados y de los presos y presas políticas… Recuerdo, y no hay manera de
olvidarlo el sonido de las balas, tiro a tiro y en ráfagas disparadas contra
los atrincherados en la UNAN, los mismos truenos que aterrorizaron en ciudades
enteras como Masaya, Carazo, León, Chinandega, Estelí, Matagalpa, Jinotega y
los barrios orientales de Managua, entre tanto lugares.
Desde la noche del 18 de abril, cuando inició la actual
rebelión, tuve la oportunidad de hacerle un llamado al mando de la tropa de
antimotines que reprimió a los jóvenes perseguidos y golpeados en la rotonda
Jean Paul Genie.
El jefe policial hizo caso omiso al señalamiento de que la
Constitución lo obligaba respetar el derecho de manifestación y a proteger a
los jóvenes que minutos después fueron brutalmente agredidos por las fuerzas de
choque uniformadas por el partido familiar. Ese día, el rumbo del país empezó a
cambiar para siempre, sin tener conciencia del estado de terror y terrorismo de
Estado que vendría.
Desde el 19 de abril comenzaron a matar a los hijos del
pueblo: Entre las primeras víctimas, Alvarito Conrado, Richard Pavón, Ángel
Gahona, Álvaro Gómez. Desde entonces, hasta el mes de julio, casi todos los
días, las fuerzas represivas violentaron el derecho a la vida, al extremo de
más de 300 personas asesinadas.
Crímenes de Estado, fusiles de guerra contra personas
desarmadas, con tiradoras o morteros, gente armada en las trincheras y en la protesta
fueron expresiones aisladas; la proporción de los daños, heridos y muertos son
una incuestionable evidencia. Por eso es que, órganos expertos, concluyeron en
que hubo la comisión de crímenes de lesa humanidad, los que no prescriben y quedarán
para siempre en la memoria de nuestro pueblo.
En mayo, con un equipo de colegas del CENIDH, nos sumamos a
la caravana que miles de ciudadanos de Managua y otras comunidades, realizamos
en solidaridad con los Masaya y el heroico Monimbó, asediados y sometidos por
el fuego de la brutal represión estatal. Fue impresionante constatar cómo su
población estaba desbordada, ya abundaban las barricadas, como recuerdo de lo
que fue Monimbó insurrecta 40 años atrás.
Para esa fecha ya habían matado a ciudadanos desarmados. No
obstante, lo peor apenas comenzaba. La historia de esa resistencia y el
heroísmo de su gente están documentada, debemos conocerla y nunca olvidar. Los
asesinados, heridos y desaparecidos, los presos y presas políticas de esa y
todas las ciudades, merecen que obremos en consecuencia. El testimonio, el
llanto y la lucha de sus familiares nos lo recuerdan permanentemente.
El 30 de mayo, masacraron en diversas ciudades, como venganza
y castigo por parte de una dictadura que desde el 18 de abril se vio perdida. En
Managua, presencié tres estampidas, me sentí una hormiguita tratando de llamar
a la calma y que la multitud no sufriera daños. La gente corría por diversos
lados especialmente hacia la UCA, donde miles ingresaron, gracias a que las
autoridades estaban atentas a brindar refugio, como en efecto lo hicieron.
Recuerdo que cerca de la UNI miré a Ricardo Baltodano (preso
político desde septiembre), incrédulo sobre lo que estaba pasando, es que con
semejante marcha se creía que la dictadura había quedado paralizada al saber
que la población le había enviado un mensaje firme y en voz alta. Cuando miré a
los médicos Ricardo Pineda y Carlos Duarte, salimos de toda duda, ambos me
dijeron que ya habían atendido heridos, a lo inmediato las ráfagas superaron
cualquier duda, el terrorismo de Estado era una realidad.
Las ambulancias sonaron en cantidad, los heridos eran
evacuados en motocicletas, los impactos fueron mortales, disparados por los
escuadrones de la muerte, el nuevo Estadio de béisbol fue ocupado por esos
criminales, con la complicidad activa de los cuerpos armados, destinados a
proteger a la población, mandato constitucional absolutamente manoseado a favor
del poder tiránico concentrado por una familia.
Como si fuera poco, las masacres y crímenes de lesa humanidad
continuaron, los asesinatos no pararon, el dolor y el terror lo sintieron en
todo el país. El sábado 16 de junio, mientras la dictadura hablaba de dialogar,
sus fuerzas tenebrosas no paraban de matar. En el barrio Karlos Marx de Managua,
quemaron una casa de varios pisos, seis miembros de la misma familia fueron
asesinados, el fuego los devoró, dos
niños entre ellos, familiares y muchos vecinos, más cámaras de videos quedaron
como evidencia de quiénes fueron los criminales.
El sábado 23 de junio, siguieron matando en el marco de las
operaciones limpiezas, en los barrios orientales de Managua las fuerzas
represivas con los escuadrones de la muerte limpiaron las calles, matando a
quien les saliera en el camino, de esa forma, en Las Américas 1, asesinaron al
niño Teyler Lorío de tan solo 14 meses, quien iba en brazos de su padre.
El crimen y la cobardía demostraban una vez más que no tenían
límites, porque igual como masacraron el 30 de mayo, día de las madres nicaragüenses,
el 23 de junio se celebra el día del padre.
Ahora que escribo, desde un impensable exilio, trato de no
quebrarme por las emociones y el recuerdo de cantidades de voces que se
comunicaron conmigo por las redes sociales y la forma convencional del celular,
eran las 10, las 12 de la noche, o en la madrugada y también de día, voces con
el corazón desbordado por el terror de las balas asesinas y que me comunicaban
desde diferentes lugares del país:
Gonzalo, Doctor (aunque no soy tal), nos están disparando,
ahí vienen, cómo hacemos para que no nos ataquen, para que no nos maten… Era
raro que no me quebrara ese aviso, cada llamada y lo peor era la impotencia,
limitarse a recomendar que se agacharan, tirarse al piso, era el sonido del
terror del que pocas ciudades se salvaron.
Cuando esos ataques eran de noche, cuando recibía el aviso,
cuando el celular sonaba o vibraba, con mi esposa compartía de común el dolor
de ese tiempo de terror. Cuando atacaban a los de la UNAN recuerdo que decía,
los están matando.
En el ataque final del 13 de julio, no me pude contener y
dije no me quedo acostado, no había cómo conciliar el sueño, salí con la mente
puesta en esa chavalada valiente y digna, me sumé a la caravana que recorrió las
calles, algunos barrios orientales donde la gente azul y blanco sacó sus
bandera y sus pitos, las infaltables y ruidosas vuvuzelas.
La caravana se hizo grande, para ser de noche y considerando
a dónde íbamos, llegamos al sector del Club Terraza, los policías con sus
fusiles de guerra apuntándonos, tenían cruzadas sus patrullas para que no llegáramos
hasta la parroquia, mientras los escuadrones de la muerte, llamados de múltiples
formas por la tiranía, mataban impunemente, acribillando cuerpos y dejando
centenares de impactos de sus balas asesinas, en las paredes de la parroquia,
como señal de que están lejos de su proclamado cristianismo.
Incontables fueron las marchas, plantones y diversas expresiones
cívicas en las que participé, con mis colegas del CENIDH y en familia, en las
pequeñas y en las multitudinarias, en varias de ellas la dictadura hizo sentir
el terror que le ha caracterizado en todos estos meses. Represión y persecución
hasta no dejar marchar a punta de los fusiles de guerra con los que se
impusieron los encapuchados acompañados por la policía política, guardianes de
la dictadura.
Recuerdo también una de las últimas marchas bajo la
persecución y la intimidación de los fusiles, cuando mataron al niño Mat
Romero, el sábado 23 de septiembre, en las Américas 3, una semana antes de que
inconstitucionalmente prohibieran las marchas. Ese día, sentimos el impacto de
los gases y quedamos bajo la influencia de las balas asesinas, cómo olvidar al
niño a quien vimos, cuando lo llevaban herido mortalmente.
En los primeros días de noviembre, con mis colegas del
CENIDH, hicimos presencia en la entrada de los juzgados de Managua, donde el
poder judicial cumple la misión de fusilar a los presos y presas políticas, a
los que condena sin respetar ninguna garantía que permita considerar la
existencia de un legal y debido proceso. Ese lugar es una extensión partidaria
de la infamia, donde la justicia no pasa de ser una palabra y cuyos jueces
conocen de derecho pero sus sentencias obedecen a las órdenes de la
dictadura.
En el edificio de fusilamiento judicial. 6 de noviembre, Imagen de cortesía
En el edificio de fusilamiento judicial. 6 de noviembre, Imagen de cortesía
Recuerdo que estuvimos con varios familiares de los presos y
unas conocidas defensoras de derechos humanos que no cesan en su labor
incansable de acompañar a las víctimas. La represión no se hizo esperar, fuimos
rodeados por un centenar de antimotines, nos amenazaron con llevarnos al
chipote, oímos que daban esa orden, no lo hicieron aunque se nos robaron la
manta con mensaje a la dictadura Ortegamurillo: Libertad para todos los presos
y presas políticas.
Por eso, el 12 de diciembre de 2018, la dictadura nos pasó la
cuenta, cancelando arbitrariamente la organización defensora de derechos
humanos que en casi tres décadas se ganó
el cariño de la gente, acumulando un prestigio que solo se gana con una
práctica de compromiso por Nicaragua.
Por eso asaltaron al CENIDH porque igual que nuestro pueblo en resistencia, no nos vendimos ni nos rendimos. No pudieron comprar nuestras conciencias, no nos doblegaron porque nunca estuvimos al servicio del poder que viola los derechos humanos.
Eso me llena de orgullo. Aunque me dolió cuando nos asaltaron
y se robaron todo lo que tenía la organización al servicio de la gente, a saber
dónde tienen todos los bienes, por la costumbre que les caracteriza nos imaginamos
a los beneficiaros que disfrutan de su carnaval con todo lo mal habido. Supongo
que no pueden dormir tranquilos con tanto dinero y riquezas manchadas de
sangre.
En fin, hemos defendido los derechos y los seguiremos
haciendo. Nunca hemos sido neutros porque en la defensa de los derechos humanos
no existe la neutralidad. Que gran honor es servir a tanta gente, la inmensa
mayoría carente de recursos económicos.
Después de 27 años difíciles, la gente de Nicaragua sabe más
de sus derechos humanos y sobre todo, los defiende cada día mejor, aunque las
apariencias o el silencio oficial y de medios proyecten lo contrario. En esa
popularización del conocimiento de los derechos y su defensa, el CENIDH es
parte de la historia y es lo que los abusadores no nos perdonan.
Nunca me imaginé ni siquiera la idea de ser parte de un
forzado exilio, ahora es una realidad, la dictadura nos expulsó de hecho, luego
de que asaltó al CENIDH y confiscó derechos, hasta el elemental de poder
residir en nuestra tierra.
En medio de todas las dificultades, aspiro a seguir al lado de las víctimas, a pesar de
lo que los poderosos digan y hagan. Así han sido mis 27 años, mi compromiso
seguirá siendo Nicaragua, mi tierra que alcanzará su merecida y plena libertad,
con justicia y democracia.
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