jueves, 10 de diciembre de 2020

La Declaración Universal de Derechos Humanos (ONU-1948) Nicaragua: 72 años después

Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.-Párrafo 3 del preámbulo de la Declaración Universal 

Hoy, 10 de diciembre se cumplen 72 años de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). Cuenta la memoria e historia que fue aprobada en París, Francia en 1948, cuando la cantidad de Estados no llegaban ni a 60; para ser exacto 58 eran los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 48 de ellos votaron a favor de la DUDH: Casi todos los países de nuestro continente la respaldaron, incluida Nicaragua. 8 Estados se abstuvieron y dos ausentes. El resultado de la votación estuvo estrechamente relacionado al contenido y alcance del texto de los derechos finalmente declarados. 

Contexto de su discusión, aprobación y proclamación 

La humanidad había sido estremecida por las dos guerras mundiales del siglo XX. 

Para 1948, estaba reciente el recuerdo de la tortura, el horror, el genocidio y exterminio de millones de seres humanos. Es decir, la negación de derechos en sus peores formas. 

La intolerancia y la irracionalidad brutal fueron empleadas en los campos de batalla y los campos de concentración; y para remate de la crueldad de las guerras, las bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki hicieron lo propio. 

La segunda guerra mundial concluyó, el dolor por el horror aún se testimonia y no se olvida. 

Como sabemos, en la historia de la humanidad ha habido muchas guerras, invasiones y revoluciones, con resultados sangrientos, cuyos vencedores han hecho de las suyas hasta con la historia, que nos la cuentan a su manera. 

Pertinente es ubicar los antecedentes de cualquier instrumento jurídico en particular los que afectan o benefician derechos humanos. 

Al respecto, algunas referencias: Las Revoluciones Inglesa de 1688 y Francesa de 1789 y su trascendental declaración; así como la independencia de los Estados Unidos; en todas ellas la historia y sus acontecimientos no es color de rosa, independientemente del aporte a la humanidad, en especial por el proceso de pérdida de poder del absolutismo e inicio de nuevos regímenes con la aspiración de más derechos que poder. 

Es así que, en medio de las consecuencias del holocausto, el 10 de diciembre de 1948 Naciones Unidas adoptó el instrumento internacional que pasaría a ser acogido por la mayoría de los Estados que en lo sucesivo se constituyeron y que en la actualidad se cuentan por más de 190, el triple de los que existían cuando se aprobó. 

Dicha multiplicación se debió al proceso de descolonización e independencia de muchas naciones que antes estaban sometidas por las diversas potencias que ha conocido la humanidad. Por eso también conocemos que la historia ha sido de lucha por la libertad mediante diversas expresiones. 

Nos imaginamos entonces el escenario, el contexto, la motivación e inspiración que tenían los países y especialmente las personas delegadas ante semejante evento internacional, al momento de discutir y aprobar ese texto histórico compuesto por 30 artículos y un preámbulo, que a través del tiempo ha adquirido un valor político de trascendencia tal que comúnmente en las constituciones, al menos se le menciona y en el caso de nuestro país se establece la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración y en otros instrumentos internacionales de Derechos Humanos, como lo podemos observar en el artículo 46 de nuestra Constitución Política. 

Vale decir que junto a la Declaración Universal, los Pactos internacionales de derechos civiles y políticos, y derechos económicos y sociales con 2 protocolos facultativos componen la Carta Internacional de DDHH. 

72 años después

Han pasado más de 7 décadas desde aquel 10 de diciembre y el valor supremo de la persona humana, para vivir sin privaciones y sin opresión, tantas veces proclamado, en general no es observado por los estados y gobiernos empeñados más en su afán de poder que de respeto a los derechos humanos, dando lugar a la legítima rebelión frente a la tiranía y la opresión, como nos recuerda el preámbulo de la Declaración Universal 

Es por eso que sostenemos que, una cosa es la definición y el reconocimiento normativo y otra la realidad; pues aunque se proclamen valores y principios en dichos textos, en la práctica la humanidad no ha dejado de padecer de estados y gobiernos autoritarios y de dictaduras, que por supuesto son el peor escenario para la vigencia de los derechos humanos. 

En diversas partes del mundo sea por razones políticas, raciales, religiosas y territoriales la violencia está a la orden del día, al extremo de métodos de terror y exterminio de poblaciones enteras. 

Bombardear y disparar indiscriminadamente a poblaciones y personas desarmadas para “matar al enemigo”, arrasa y acaba la vida de muchos inocentes, muy distante del espíritu que motivó la adopción de la Declaración Universal. 

El ideal de los derechos humanos como la libertad, justicia, derecho a la vida y en paz, el debido proceso sin prisión arbitraria y sin tortura; libertad de expresión, opinión, organización y manifestación así como los derechos económicos, sociales y culturales: Salud, educación, deporte y cultura, entre otros ha tenido como impedimento para su realización a regímenes que, se declaran respetuosos de la democracia y los derechos humanos y los anulan con sus actos y la barbarie. 

En 1948, cuando se aprobó la DU, Nicaragua tenía como gobierno al iniciador de la dinastía somocista, proclamado “amante de la paz” y perseguía a sus opositores hasta llegar a ser de las peores dictaduras del continente americano. 41 años después del final de la dinastía de los Somoza, Nicaragua sufre otra dictadura que pretende imponerse a sangre y fuego como otra dinastía reviviendo el continuismo propio del somocismo. 

A 72 años de la Declaración Universal podemos afirmar que la casi totalidad de los derechos humanos en ella reconocidos son violados por el Estado y gobierno nicaragüense, lo que se puede resumir en la comisión de los crímenes de lesa humanidad: Ejecuciones arbitrarias a la vida, detenciones masivas, obviamente inconstitucionales y violatorias a libertad; tortura como forma de castigo, en extremo la violencia sexual como método de tortura; la sistemática y feroz persecución a toda voz que reclama sus derechos de justicia y para vivir en libertad y sin miedo; el desplazamiento forzado con más de 100 mil nicaragüenses exiliados. 

En ese contexto de generalizada opresión se persigue el ejercicio de la libertad de expresión y organización, para lo cual el asalto armado es el método dirigido a imponer terror para callar y desmovilizar. 

Observamos pues, la trascendencia de respetar los derechos, para nada ha sido fácil en nuestro caso. Es preciso afirmar que los derechos, su realización y conquista no son un regalo de los gobiernos, es el resultado de una lucha histórica; caso contrario bastaría con una simple declaración para que viviéramos muy contentos y felices. 

En consecuencia, los avances y retrocesos en materia de derechos humanos están influenciados no solo por el tipo de gobierno que tengamos, sino y principalmente por la sociedad con su capacidad y decisión de vivir en libertad con dignidad. 

Ahora mismo en Nicaragua, recién se aprobaron leyes regresivas, perniciosas y opresivas para nuestros derechos humanos: Nos referimos al combo legislativo: La Ley de regulación de agentes extranjeros, la Ley de Ciberdelitos y la pretensión de imponer cárcel perpetua, en resumen son leyes que crea enemigos por todos lados, lo que ha sido una constante desde hace casi 33 meses. 

Es necesario conocer todos nuestros derechos, pero por sí solos no se hacen respetar ni con el mejorcito de los gobiernos, por eso hay que sumar nuestra decisión de vivir en libertad, sin cultura de sometidos. 

En el año que está por concluir, además de tantos meses de sistemática represión y persecución, el pueblo de Nicaragua ha sido víctima de la insensibilidad e irresponsabilidad del Estado para su protección ante la pandemia Covid19 y los dos huracanes que impactaron en menos de 15 días. 

Ha podido más su voluntad y prioridad para reprimir que su obligación internacional de respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de todas y todos los nicaragüenses. 

Concluyo afirmando y reiterando que la historia también ha demostrado que no hay derechos sin lucha, éstos no son regalos ni favores de ningún gobierno, SON OBLIGACIONES QUE DEBEN CUMPLIR. 

En ese sentido, el pueblo de Nicaragua ha hecho y hace una demostración extraordinaria de resistencia con una poderosa voz expresada desde abril de 2018. 

Ningún pueblo merece vivir y sufrir en dictadura, porque éstas son la negación de los derechos y garantías. 

Nunca + dictadura 
Nunca + Crimines de lesa humanidad 
Nunca + presos y presas políticas 
Nunca+ Tortura Nunca+ desparecidos 
Nunca + exilio Nunca + impunidad y 
Nunca + olvido 
 Lo lograremos. 
Nicaragua será libre 
MUCHAS GRACIAS