jueves, 26 de mayo de 2016



Prohibido el paso

La presente reflexión parte de un hecho real, seguramente muchas personas lo han vivido, cada quien a su manera, yo contaré mi propia experiencia que comparto luego de varios sucesos similares que ya constituyen un abuso, sobre ello le mandé correo a un amigo del que omito su identidad. 

Mis primeros quince años de vida, los viví y crecí en occidente de Nicaragua, la mayor parte en León mi ciudad natal. La última casa que tenían mis padres era con un patio extenso, ubicada en un barrio popular, los límites colindantes estaban identificados por cercos de piñuela, otra con alambrado de púas. 

Generalmente nos cruzábamos de una casa a otra, lo hacíamos por pasos que nos conectaban a callejones y en corto tiempo estábamos jugando en el cuadro ubicado a varias cuadras, que en León son largas. Las tapias se levantaban donde había mejores condiciones de vida pero en ese tiempo no conocí rótulos que nos impidieran circular por las calles.

Restricciones aplican. Ahora abundan las señales que avisan: propiedad privada, no pasar, cuidado hay perros bravos, peligro cerca eléctrica y el infaltable no parquear, incluidas aceras tomadas, etc. En fin, la libertad tiene cortapisas y lo común es, en nombre de la seguridad, encontrar rótulos indicando “Prohibido el paso” y punto. Para garantía de dichos avisos encontramos guardas al gusto del cliente: Vigilantes de calles o de las empresas de seguridad que hay de todo tamaño y calidad. 

Así, Managua se llena de agujas, muros perimetrales o mecates haciendo las veces de retenes privados. Las diferencias y el carácter impenetrable está dado por el tipo barrio, reparto o residencial, hasta condominios que se distinguen por tener una única y exclusiva entrada, donde no hay conexión de calles con otros barrios o comunidades.

Pues bien, en esta semana le envié un mensaje por correo a un amigo que ahora se los comparto corregido y aumentado.

Querido amigo, hace poco te compartí quizá con un poco de humor, pues es mejor que el sinsabor, sobre el muro que nos impide circular con plena libertad entre tu reparto y el mío, entre nuestros dos barrios vecinos. No entiendo la lógica de dichas murallas, sea en forma de aguja o con mecate cruzado. El sentido común indica que bastaría una coordinación para el mejor entendimiento entre vecinos, mejor sería entre quienes dicen ser cristianos.

Las calles son públicas. Somos vecinos de comunidades hermanas, dirigidas por núcleos identificados como tales, y somos tan pequeños que nos conocemos y con mucho cariño incluido, entonces qué nos pasa...? Circular por las calles es un derecho porque son de todos y todas, tuyas y mías y a la vez de nadie en particular pues no son propiedad privada, son propiedad comunitaria, de ellas no nos podemos adueñar aunque sea en nombre de nuestra seguridad. Pero, la autoridad municipal no existe para estos derechos.

Soy de la idea que no debemos cerrar el paso a nadie, pues es común ver a algún amigo/amiga de ambos barrios caminando de un lado para el otro y eso me alegra porque lo contrario no tiene sentido. No somos la Villa, los de aquella película donde nadie sale y nadie entra. 

Resulta que una vez más no me dejaron pasar en mi vehículo, el guarda me expresó que había recibido instrucciones de no dejarme pasar, espero que no sea exclusiva orden en perjuicio mío, que no lleve dedicatoria por parte de algún hermano dirigente. A uno de éstos lo he visto cerca de mi casa, con todo y su vehículo, lo cual me parece bien porque es lo correcto. 

Discriminación. En ocasión de la puesta de un rótulo que con nombre y apellido dice: No hay paso para los del reparto vecino, le pregunté a uno de los amigos que dirige la empresa de seguridad en tu colonia, si esa decisión era por parejo, incluyendo a los amigos militares cuya academia está en el sector donde vivo y que tienen como paso común tu barrio. 

Por supuesto que a los militares no se les impide el paso, lo cual redunda en una distinción discriminatoria que no cultiva hermandad, amistad ni mucho menos alienta una relación de comunidad en fe y familia que pregonan los compañeros líderes que, en nuestros nombres, acordaron esta medida que privatiza el uso de las calles. Si de mi barrio están haciendo lo mismo, cortando el paso a los tuyos, sostengo la misma opinión de que injustamente nos separan

En nombre de la seguridad, desde lo más alto del poder y a nivel de nuestros barrios, se adoptan medidas que nos distancian, impiden la libre circulación con privatización de las calles y lo peor, con la delincuencia haciendo de la suya, cuyos criminales no están ni en tu familia ni en la mía. No obstante, gozamos del orgullo nacional porque nos proclaman que somos unos de los paises más seguros del mundo.

Al menos me queda la satisfacción de que seguimos siendo amigos, hermanos de luchas, independientemente de que ya no podamos cruzar las calles que unen a nuestros dos barrios. 

Que conste en el tuyo tengo con mi esposa, a nuestra hija mayor, lo que no fue suficiente argumento para que me dejaran pasar. La orden fue cumplida, aunque sea digna de lo absurdo. Mi abrazo fraterno para vos, extensivo a tu esposa y familia. Gonzalo.

martes, 17 de mayo de 2016



Agresión con escolta e impunidad incluida

Como si le faltara algo a nuestra capacidad de imaginación e indignación, la semana pasada se publicó un video o videos, los cuales de no ser por la presencia de escoltas de la policía, retratan una expresión cotidiana de no pocos barrios de diferentes ciudades y en particular de Managua, capital de Nicaragua, pues vemos a jóvenes enfrentados a puño limpio, aunque en el presente caso, las imágenes proyectan a uno repartiéndolos a diestra y siniestra, con el acompañamiento de escoltas que se observan vestidos de policías.

Se cuentan por miles la cantidad de personas que han visto las imágenes publicadas en Confidencial y 100% Noticias; quizá no compiten en popularidad con el video del celular presuntamente noqueado. Es el poder de la TV y las redes sociales.

Quiero resaltar que la institución policial se rige por un marco jurídico normativo que incluye nuestra Constitución Política e Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos. En ese sentido, el artículo 97 constitucional claramente señala y ordena que la Policía Nacional “…tiene por misión garantizar el orden interno, la seguridad de las personas y sus bienes, la prevención, persecución e investigación del delito…”.- El cumplimiento de dicha función es vital porque trata de la preservación de la integridad de las personas frente a la posibilidad o amenaza de sufrir ataques, como el de las imágenes.

El artículo 33 de la misma Constitución, establece que cualquier persona que sea sorprendida cometiendo un delito debe ser detenida por los agentes policiales, el objetivo es evitar que se consuma un daño contra la vida y la seguridad individual. La Ley 872, Ley de la Policía Nacional, establece que dicha institución tiene como centro y razón de ser de sus actividades los Derechos Humanos de la población nicaragüense.

En la Policía Nacional, todos y cada uno de sus integrantes tienen en dicha Ley, principios de actuación policial (Artículo 6), entre otros observamos: profesionalismo: Actuar con absoluta neutralidad e imparcialidad, sin discriminación alguna… En la parte final de dicho artículo se indica que: La obediencia debida en ningún caso podrá amparar órdenes o acciones que entrañen la ejecución de actos que manifiestamente constituyan delito o sean contrarios a las leyes. 

Para variar y como corolario del colmo del abuso, en la escena vemos cómo policías asignados para la seguridad personal de un funcionario del Estado, son utilizados como guardias de servicio privado para su hijo en zafarrancho, en bacanal, todo pagado por nuestros impuestos. Eso sí que arrecha, tener que pagar también seguridad para la borrachera o la goma. 

Cuando observé las imágenes, sentí y recordé las garroteadas que en el pasado reciente han desahogado en mi y en otros colegas, con la diferencia que las han propinado directamente agentes de la Policía. También recuerdo los momentos de angustia y terror que vivieron las víctimas del NO, Ocupa INSS, o como cuando más de un centenar de paras nos atacaron en la Fiscalía allá en octubre de 2008, o cuando nos rodearon los impunes motorizados que por ser agentes e hijos del poder actuaron con la complacencia de la Policía, tal y como ha sido la tónica en incontables casos.  

El joven Sebastián Amador, nos comparte en la entrevista de TV, los detalles de los sucesos violentos, de cómo antes (que no captan las imágenes) se había escenificado el inicio del conflicto con el otro joven, que después exhibe una “valentía” con furia que descarga sobre Amador y un primo de éste, “valentía” que solo se explica por el evidente acompañamiento y apañamiento criminal de los escoltas de la Policía quienes actúan al servicio de un ciudadano que los ocupa como en tiempos de la era feudal donde el señor disponía de la vida y de la muerte de los sometidos.

Por ende, la exhibición que nos facilita la TV, al reproducir los videos de seguridad, nos permite enterarnos de cómo estamos, del tipo de institución policial que tenemos, de su servicio de escoltas para la agresión con impunidad incluida. Eso que vemos, ese joven desahogándose en odio, acuerpados por policias solo nos trae al recuerdo las conductas somocianas que en definitiva no han sido erradicadas de nuestra Nicaragua Nicaragüita. 

Lo bueno, en medio de esa indignante realidad, es el valor del joven Amador que, consciente que no puede frente a la influencia del otro, nos cuenta lo que pasó a riesgo de su propia seguridad. 
Algo queda, la lucha por la libertad para vivir sin miedo es nuestra opción.

No al neo somocismo

La Policía debe ser Nacional, al servicio de todas y todos.

miércoles, 4 de mayo de 2016



Ejecuciones, asesinatos y doble rasero
“…Si miramos que salís, te matamos...” Andrés Cerrato campesino de la
Comunidad de San Martín de Daca, Ayapal en San José de Bocay

 …Y lo mataron en la madrugada del pasado 18 de abril, luego de haber denunciado públicamente en el Diario La Prensa, que había asido amenazado con ser ejecutado.

Ni el ejército, ni la policía han dicho esta boca es mía… Cuando es por crímenes en el campo, actúan con una notable coincidencia desgastada señalando que se trata de delincuentes comunes, roba ganado y ahora cosechadores de marihuana. 

La ejecución arbitraria, es la privación de la vida (violación al Derecho a la vida) por agentes del Estado o por otras personas que actúan con la complicidad, aquiescencia o  tolerancia del primero. Es uso injustificado, irracional y criminal de las armas de fuego. Dicha complicidad se manifiesta de diversas formas o modus operandi como: Que han matado a “delincuentes comunes”, o que se mataron entre ellos, sin esclarecimiento mediante una investigación objetiva, creíble.

Al campesino Andrés Cerrato lo habían amenazado con matarlo y así lo hicieron, lo asesinaron, lo ejecutaron y como inobjetable prueba los señalados no informan de ninguna investigación para su esclarecimiento. ¿Cuántos campesinos han sido igualmente ejecutados...?

Cerrato no es el primero y todo hace indicar que no será el último. Así lo está marcando el régimen con sus agentes (Ejército y Policía). La técnica los induce a guardar silencio aunque después aparecieron con su tal muro de contención reportando que por la misma zona incautaron un plantío de mari. Está en el manual no escrito de operaciones, se llama golpe de imagen. Lo usa también la policía cada vez que meten las de andar o ejecutan a gente desarmada.

Así actúan todos los cuerpos armados llamados a garantizarnos seguridad. Se supone que con ellos podemos sentirnos tranquilos, que una amenaza y peligro para nuestra seguridad y nuestras vidas viene de los malos pero la cosa no es chiche para muchos, especialmente para los campesinos que otra vez están mordiendo el leño y, con semejante estado de terror quieren que callemos.

El campesino Cerrato tuvo “la libertad de expresarse”, con todo y el miedo que ello implicaba, esa libertad le costó la vida, aunque probable e igualmente lo matarían, sin que nos diéramos cuenta. Él se encargó de que lo supiéramos.

No podemos callar, no debemos callar, ni seguir con indiferencia como si no pasara nada... Mañana veremos desfilar los poderosos y tenebrosos tanques de guerra (otra vez) en la calles de nuestras ciudades y comunidades, desplegados en las rotondas y en la fortaleza de El Carmen, quizá en las avenidas cuidando los árboles de lata y posiblemente habrá quienes dirán que son en defensa de la paz que nos garantiza la pareja inimitable. ¿Contra quién pelean...? ¿Acaso no estamos en perfecta armonía, todo amor y de los más felices del planeta…? Los crímenes nos indican el odio y la venganza con que actúan.

El silencio es inadmisible porque los asuntos de seguridad nos pertenecen a todos y el Derecho a la Vida es de todas y todos, por eso nos debe doler e indignar cada vez que asesinan a cualquiera allá en la profundidad de nuestro territorio donde difícilmente llegan los lentes de los tele sucesos.

Están matando a nuestra gente, a moros y cristianos, opositores, sandinistas y no sandinistas aunque los que actúan “políticamente correcto” oficialmente no admiten en toda su dimensión la gravedad del problema. El trato a los crímenes y a los criminales, es diferenciado y discriminatorio, pues cuando no tienen remedio lo hacen con el remedo del doble rasero.

En los últimos años que han matado a miembros de los CPC y simpatizantes del gobierno no han hecho verdadera justicia: ¿Se acuerdan de la masacre del 19 de julio, de la que nos contaron la verdad a media y que a varios de los declarados culpables les impusieron penas de más de 100 años...? 

Una semana después de dicha masacre ejecutaron al campesino y ex contra Carlos García: ¿Saben qué pasó...? Nada, así como se lee, la poli no capturó a nadie y por supuesto no esclareció dicho asesinato.  

Unos meses después, en enero de 2015 sucedió el bombazo de Pantasma y… seguro que saben que tampoco hay esclarecimiento que prometieron a lo inmediato obligados por el clamor de esas comunidades que señalaron como responsables al Ejército y a sus acompañantes que investigan (la policía).

Hace pocos meses, la policía dio cuenta en un comunicado que en un enfrentamiento del 20 de agosto de 2015 mató a “un delincuente común conocido como cinco pinos” a quien le atribuyen varios crímenes entre ellos el asesinato del compañero del FSLN Nahúm González de Aguas Caliente, Wiwilí, en 2013. El mismo día 20, mataron también al campesino Pedro Díaz, cuyos hijos denunciaron ante el CENIDH que fue ejecutado por los agentes del Estado, estando desarmado. 

El pasado  fin de semana, cuando cerraba la presente reflexión supe que mataron a Enrique Aguinaga allá por Río Blanco, un hombre que se declaró alzado en armas contra el gobierno de Daniel Ortega, ¿saben lo que dijo el jefe militar de esa región...? Que mataron a un “delincuente común desconocido”, roba ganado. Obviamente se trata de una mentira verdadera que pretende descalificar mediante cualquier falacia en el intento de distraer la idea de los armados.

Ahora bien, en estos crímenes apreciamos el doble rasero con respecto a la persecución y detención de los “sospechosos”, la investigación para que sepamos la verdad y se haga justicia por parejo. En ese sentido, cuando los agentes del Estado o sus allegados ejecutan a personas como Andrés Cerrato, si pueden y de acuerdo a sus cálculos se quedan calladitos y no hay nota de prensa alguna, ni mucho menos esclarecimiento en tiempo record, ni redadas completamente arbitrarias y violatorias de los DDHH, ¡NO! .-

¿Se acuerdan de la masacre en El Carrizo? Fue en noviembre de 2011, asesinaron a tres miembros de la familia Torres, sus ejecutores y asesinos (un Subcomisionado, el Secretario Político del fsln y otros hermanos de gobierno) toditos están libres gracias a la bondad de la única y original justicia.

A Enrique Aguinaga lo acusaron por el asesinato del secretario del FSLN de Coperna Siuna, Ronaldo Martínez Herrera, también en noviembre de 2011, crimen del que pueden leer un informe completo elaborado y presentado por el CENIDH que investigó lo sucedido.  Meses después, Aguinaga apareció en Honduras declarando ser perseguido y hace poco apareció en un video declarando ser rearmado.

Obviamente no era un desconocido para las autoridades de policía ni para el ejército que fue quien lo mató y los testimonios coinciden en que se trató de otra ejecución y con saña, una evidencia más del odio que motiva a sus ejecutores. ¿Podrán dormir tranquilos después de cometer esos crímenes?

Fijémonos bien en una coincidencia, todos los que se han declarado como líderes de alzados en armas han terminado igual: Las fuerzas estatales, mediante operativos militares y de inteligencia los han ejecutado sumándolos a la lista de otros en la historia reciente. Podemos leer reportajes e informes sobre cómo ejecutaron al Charro y a los del FUAC, entre otros.

Otro aspecto interesante que llama a la reflexión: Si los “eliminados” eran “delincuentes comunes”… ¿Qué hace el Ejercito en esos asuntos, acaso los señalados de delincuentes no deben ser perseguidos y capturados por la Policía, conforme la misión constitucional claramente definida? 

Las operaciones militares son para los grupos que actúan como irregulares armados, pues los soldados del ejército no están capacitados para labores policiales, sino  para entrar en combate. Prevenir el delito y capturar a los presuntos delincuentes es misión exclusiva de la Policía Nacional. 

Entonces, se entiende el porqué a seleccionadas personas encasilladas como delincuentes comunes (los alzados en armas) NO se les captura, las matan. A eso se le  llama ejecuciones arbitrarias.

No al retorno de la guerra, 

No más campesinos asesinados impunemente

No necesitamos tanques de guerra,

!!!Lo que urge es libertad para vivir sin miedo!!!