sábado, 23 de diciembre de 2017

ABUSO DE PODER

Los funcionarios del Estado solamente están facultados para hacer lo que la Constitución, las leyes e instrumentos internacionales de derechos humanos expresamente le permiten. Todo lo que hagan fuera de ese ámbito no tiene valor alguno. Al respecto podemos consultar lo que dicen los artículos 130, 182 y 183 de nuestra Constitución.

Es fácil observar entonces, cuando los agentes del Estado no respetan el orden jurídico constitucional, con las consecuencias nefastas para la vigencia de los derechos humanos (DDHH) en perjuicio de la sociedad nicaragüense.

Si una persona es detenida sin orden de captura de autoridad competente, sin haber cometido un delito en el momento de su captura (flagrante delito) y para remate no la ponen a la orden de un juez, ni la liberan cumplidas las 48 horas, se viola su DDHH a la libertad individual, según el artículo 33 constitucional. Eso es abuso de poder.

Si una persona es detenida legalmente porque es señalada de cometer un delito, por ejemplo, en el territorio de Jinotega o el Caribe nicaragüense, y la trasladan al Chipote en Managua. Eso es abuso de poder, aunque los verdugos acomoden la ley a cómo les ronca, pues el juez que debe conocer para juzgar y sancionar es el del territorio donde se cometió el delito.

Si una persona, como muchas acá en Nicaragua tiene a su favor una orden judicial de libertad sea porque cumplió la pena totalmente o por un beneficio legal y no sale en libertad porque los sistemas penitenciarios y Gobernación no lo permiten, se viola su derecho humano a la libertad individual y lo establecido en los artículos 33 y 167 constitucional… Ah y para variar debe agradecer su libertad a sus verdugos. Eso es abuso de poder.

Si una persona tiene retenido un bien, sea una casa, finca o vehículo y teniendo a su favor una orden judicial para que se los devuelvan y pasa meses boleado por las autoridades sin recuperarlos, eso es abuso de poder, en violación a su derecho de propiedad, además de ser un robo descarado, porque los vehículos y casas los disfrutan agentes del Estado que no los han comprado.

Si una persona es víctima de un delito y no se aclara ni por la policía ni por la fiscalía, y éstos más bien lo bolean, esos “operadores de justicia” abusan del poder y violan el derecho a la verdad y a la justicia, que son DDHH.

Cuando un policía, militar o un allegado de éstos matan y nunca los capturan, es porque estamos en un estado generalizado de impunidad de los abusadores del poder, con lo cual también se niega el derecho a la verdad y a la justicia.

Cuando desde la Presidencia se nos impone determinada creencia religiosa y se manipulan los sentimientos y creencias de todo un pueblo, eso viola lo establecido por la Constitución en el sentido de que el Estado no tiene religión oficial y es abuso de poder.

Cuando se gasta el dinero de todo el pueblo, para sembrar unos gigantes metales que no dan frutas ni sombra, eso es abuso de poder y es el extremo del derroche y la soberbia de un reducido grupo.

Cuando en el país, la gente vota pero no elige y en la presidencia tenemos a una familia impuesta mediante una reelección fraudulenta, eso es abuso de poder y además continuismo, dinastía y dictadura.

Cuando se realizan desalojos sin orden o cuando vemos a la Policía haciéndolos sólo contra seleccionados casos, por “órdenes del Presidente”, eso es abuso de poder en violación a los derechos humanos de igualdad ante la ley, seguridad jurídica y derecho a la propiedad.

Cuando a una persona o un grupo de personas se le impide realizar una concentración o movilización, mientras la misma policía que no la permite, alegando falta de permiso, simultáneamente aparece junto a grupos de enmascarados que atacan a los primeros, estamos frente un abuso de poder en violación a los derechos humanos de manifestación y expresión, artículos 54 constitucional.

Cuando a la gente humilde de nuestro pueblo, la someten al modelo que ha convertido los derechos en favores, para agradecer a sus verdugos del “buen gobierno” sostenido con el dinero de todos y todas… Esa gente es víctima de abuso de poder, porque los DDHH no se agradecen, se exigen y son obligaciones del Estado.

Cuando los funcionarios públicos no rinden cuenta a la sociedad sobre el cumplimiento de sus funciones y en particular sobre el uso del dinero de todo el país… Eso es abuso de poder, falta de transparencia y corrupción en perjuicio de los bienes nuestros.

Entonces, es fácil comprender por qué las cárceles están llenas de delincuencia común a donde no llevan a los que nos asaltan sin metralletas y nos roban millones, acumulando una riqueza que supera a la dinastía somocista. 

El hecho de que no hayan policías ni fiscales, ni contralores, ni ningún agente del Estado que investigue a los Roberto Rivas… Eso es abuso de poder y viola los DDHH de toda la población nicaragüense, empobrecida por esos asaltantes.

Cuando en nombre de la seguridad, se inventan cuentos como el muro de contención, que en esencia es para la represión de la inmigración. Eso es abuso de poder y viola los DDHH de la población migrante que es sujeta de derechos y no personas ilegales.

Facilísimo es caer a la cuenta cómo tratan de maniobrar para enredarnos en el caso de masacre de la Cruz de Río Grande, sin que hayan podido darnos atol con el dedo, quedando en evidencia que policías y militares han asesinado a niños, en la ciudad y en la montaña.

Eso son los abusadores del poder con el agravante de que en nombre de nuestra seguridad cometen crímenes de Estado y además pretenden que callemos ante semejante violación al derecho a la vida, a la verdad y la justicia.


Dicen que los derechos de la sociedad, es decir los DDHH de la gente son el límite al poder o a los abusadores del poder. Entonces… 

...Como siempre, de todas y todos depende hasta dónde los dejaremos llegar, porque en definitiva no nos merecemos vivir sometidos bajo ese modelo basado en el abuso de poder, en el miedo, sin libertad y en dictadura.

sábado, 9 de diciembre de 2017

La Declaración Universal de Derechos Humanos

Todos los seres humanos nacen con derechos y libertades fundamentales iguales e inalienables
De la publicación 60 aniversario de la Declaración

Mi homenaje a las defensoras y defensores de derechos humanos, particular mención a la campesina Elea Valle, quien con su voz despierta nuestras adormecidas conciencias.

Elea Valle, exigiendo justicia y que el Estado entregue los cuerpos de sus hijos asesinados por el Ejército

Mañana diez de diciembre, la Declaración Universal de Derechos Humanos (DU), arriba a sus 69 años. Aprobada en París, Francia en 1948, cuando la cantidad de Estados no llegaban ni a 60; para ser exacto 58 eran los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 48 de ellos votaron a favor de la DU: Casi todos los países de nuestro continente la respaldaron, incluida Nicaragua. 8 Estados se abstuvieron y dos ausentes. El resultado de la votación estuvo estrechamente relacionado al contenido y alcance del texto, a los derechos finalmente declarados.

Antes de su proclamación, la humanidad había sido estremecida por las dos guerras mundiales del siglo XX, caracterizadas por la tortura, el horror y exterminio de millones de seres humanos. Los crímenes de odio, el asesinato en masa, el genocidio; la negación de derechos en sus peores formas. La intolerancia y la irracionalidad brutal fue empleada en los campos de batalla y los campos de concentración; y para remate de la crueldad inhumana las bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki hicieron lo propio asesinando a centenares de miles. Con ambos bombazos “se logró la rendición” de Japón y de esa manera concluía la segunda guerra mundial. El dolor por el horror no se olvida.

Como sabemos, la humanidad tiene en su haber histórico muchas guerras, invasiones y revoluciones, con resultados sangrientos, cuyos vencedores han hecho de las suyas hasta con la historia, que nos la cuentan a su manera. Pertinente es ubicar los antecedentes de cualquier instrumento jurídico en particular los que afectan o benefician derechos humanos.

Al respecto, tenemos como referencias la Revolución Inglesa de 1688, la Revolución Francesa de 1789 y su trascendental declaración, y la independencia de los Estados Unidos de 1776; en todas ellas la historia no es color de rosa, independientemente del aporte a la humanidad, en especial por el proceso de pérdida de poder del absolutismo e inicio de nuevos regímenes con la aspiración de más derechos y menos poder al poder.

Es así que, en medio de las consecuencias del holocausto, el diez de diciembre de 1948 Naciones Unidas adoptó el instrumento internacional que pasaría a ser acogido por la mayoría de los Estados que en lo sucesivo se constituyeron y que en la actualidad se cuentan por más de 190, el triple de los que existían cuando se aprobó. Dicha multiplicación se debió al proceso de descolonización e independencia de muchas naciones que antes estaban sometidas por los diversos imperios que ha conocido la humanidad, últimos que ampliaron sus territorios mediante la conquista de las armas, violando todo tipo de derechos.

Por eso es que también conocemos historia de lucha por la libertad mediante expresiones sociales, culturales y política de esos tiempos. Nicaragua y su pueblo tienen su propia historia de lucha por la independencia y la libertad, en medio de esas aspiraciones no han faltado los usurpadores del poder quienes, precisamente en nombre de la libertad, la democracia y la revolución han hecho de las suyas violando sistemáticamente los derechos humanos, independientemente de la identidad política con que se definen.

Nos imaginamos entonces el escenario, el contexto, la motivación e inspiración que tenían los países al momento de discutir y aprobar ese texto histórico compuesto por 30 artículos y un preámbulo, que a través del tiempo ha adquirido un valor político de trascendencia tal que en no pocas constituciones, al menos se le menciona.

En el caso de nuestro país se establece la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración y en otros instrumentos internacionales de Derechos Humanos (artículo 46 Constitución Política de Nicaragua).Vale decir que en este artículo se reconocen instrumentos contenidos en la Carta Internacional de DDHH de las Naciones Unidad.

Ahora bien, una cosa es la definición y el reconocimiento normativo y otra la realidad; pues aunque se proclamen valores y principios en dichos textos, en la práctica la humanidad no ha dejado de padecer de estados y gobiernos autoritarios y de dictaduras, así como de potencias imperialistas que las patrocinan en nombre de la libertad, violando derechos humanos.

En diversas partes del mundo sea por razones políticas, raciales, religiosas y territoriales la violencia está a la orden del día, al extremo de métodos de terror y exterminio de poblaciones enteras. El bombardeo indiscriminado para “matar a los malos” no distingue, arrasa y acaba la vida de muchos inocentes. Basta hacer un recuento por Siria, Libia, Irak, así como países africanos, cómo están destruidos… Con su población sometida al horror y al éxodo, de ambos extremos oímos que actúan por la libertad, echemos una mirada cómo está ahorita Jerusalén, luego que el Presidente de país más poderoso reconociera que esa ciudad es la capital de Israel.

El ideal de los derechos humanos (libertad, justicia, derecho a la vida y en paz, el debido proceso sin prisión arbitraria, entre otros), ha tenido como grave oposición a regímenes militares o policíacos que, se declaran respetuosos de la democracia y los derechos humanos y los anulan con sus actos y la barbarie.

En 1948, cuando se aprobó la DU, Nicaragua tenía como gobierno a la dinastía somocista, “amante de la paz” y perseguía a sus opositores hasta llegar a ser de las peores dictaduras del continente americano. Sanguinarios como Somoza y Trujillo (República Dominicana) tenían en común la firma de la Declaración y su negación con la opresión, la tortura, violaciones sexuales, las desapariciones forzadas y el asesinato.

Ahora, uno se pregunta: En qué posición estamos con relación a ese sangriento, cruel e inhumano pasado… O de qué pasado hablamos?

Hablando de opresión, dice el párrafo tres del preámbulo de la DU: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Observamos acá la trascendencia de respetar los derechos humanos, asunto que no ha sido fácil, porque su realización y conquista no son regalo de los gobiernos, es el resultado de una lucha histórica; caso contrario bastaría con una simple declaración para que viviéramos muy contentos y felices.

En consecuencia, los avances y retrocesos en materia de derechos humanos están influenciados no solo por el tipo de gobierno que tengamos, sino y principalmente por la sociedad con su capacidad y decisión de vivir en libertad con dignidad y sin miedo.

Ahora mismo en Nicaragua, nos rigen leyes regresivas y perniciosas para nuestros derechos humanos. En nombre de la Seguridad Soberana que ve y crea enemigos por todos lados, se mata y pretenden que nadie reclame, se cometen verdaderos crímenes de Estado como la reciente masacre en La Cruz de Río Grande, asesinato colectivo que cegó la vida a seis personas, bajo el cuento de “todos delincuentes”, ocultando entre ellos a los dos niños hijos de la campesina Elea Valle, quien con su valentía nos ha dado una extraordinaria lección de dignidad revelando y evidenciando las mentiras de los militares y de sus cómplices denominados operadores de justicia.

Nicaragua entonces, arriba este 10 de diciembre, con un Estado indolente, responsable por acción u omisión de sistemáticas violaciones a los derechos humanos, como los crímenes contra la vida de las mujeres y ciudadanos que se declaran opositores. Arribamos al 69 aniversario de la Declaración Universal con más femicidio que el año pasado, aunque oficialmente el Estado y la pareja gobernante ni las registre, procurando que las olvidemos con el entretenimiento de fin de año.

Solo en la semana del 6 al 12 de noviembre fueron privadas arbitrariamente de su vida, 12 personas y ninguno de los casos está esclarecido, saben por qué… Porque sus ejecutores y cómplices se encuentran dentro del Estado (policías, militares y fuerzas de choque). Ese panorama nos demuestra la ausencia de una política de Estado coherente con su obligación de promover, respetar y garantizar todos los derechos para todas y todos, comenzando con el derecho a la vida.

Este Estado abusador de nuestros derechos humanos, sólo se detendrá cuando todas y todos decidamos ponerlo en su lugar, caso contrario solo tendremos hermosas declaraciones y queditos sin mayor libertad ni derecho, agradecidos con lo que nos “regalen como navidad”.

En ese sentido, en justo alzar la voz y decir un basta ya de detenciones arbitrarias, prolongadas y sin causa legal previa, así como las ejecuciones arbitrarias a la vida a manos de militares y policías como la ejecutada contra el inmigrante africano y otras tantas pasadas como desapercibidas por ser barridas de “delincuentes”. Basta ya de persecución y acoso contra las manifestaciones y libertad de expresión.

Es necesario conocer todos nuestros derechos, pero por sí solos no se hacen respetar ni con el mejorcito de los gobiernos, por eso hay que sumar nuestra decisión de vivir en libertad, sin cultura de sometidos, con dignidad y sin miedo.

Depende de nosotros y nosotras; mientras tanto conmemoremos en lucha este 10 de diciembre, en la Avenida de Naciones Unidas desde las 9 de la mañana.  

Este día gritemos:
Entreguen los cuerpos de los niños asesinados en La Cruz de Río Grande.

NO más crímenes de Estado

No más militares haciendo de policías

NO más impunidad


Derecho que no se defiende es Derecho que se pierde