LA VEIA VENIR
En las reflexiones de mi blog, he procurado reflejar mis vivencias y experiencias como defensor de derechos, sin ocultar mis sentimientos, emociones y convicciones.
La página la creé hace más de tres años con la complicidad de un amigo periodista que me insistió y animó para que escribiera, así como la de seres queridos que me observaron que el blog era lo más adecuado para mí, dado que no tengo Facebook, ni Twitter, ni otros etcéteras en asuntos de redes.
Comenzar a escribir y sostener el blog, ni lo imaginaba y menos hacer un recuento sobre tantos temas que al revisarlos caigo a la cuenta que tenía razón el haber expuesto ante mis colegas defensores en Nicaragua que LA VEÍA VENIR... A la dictadura Ortegamurillo desatada contra el CENIDH, en un contexto de verdadera masacre contra el pueblo.
En junio escribí
sobre “la derrota de la dictadura y el castigo a todo un pueblo”, castigo que
sigue en desarrollo. En lo sucesivo deduje que en la caída final no nos
perdonarían, dado nuestro demostrado compromiso con las víctimas y la denuncia
frontal del poder dictatorial, tenebroso y sangriento.
Un par de años atrás,
a uno de mis artículos le denomino AHI VIENE LA GUARDIA como alerta y
recuerdo de la otra dinastía sangrienta. Ya asomaban con creces las señales sangrientas,
por eso también escribí sobre las ejecuciones en violación al derecho a la
vida.
Ya les había
compartido que la revolución estaba vaciada de contenido y asaltada por una
nueva, aunque con caras viejas, dictadura dinástica. Ni revolución ni
democracia, en palabras de Saramago, los del poder revolucionario se
convirtieron en indignos de su propia historia.
Así, unos meses antes de la insurrección popular, legítima y desarmada
de abril del año pasado, cuestioné el modelo de hacer dinero fácil, con los
nuevos y viejos millonarios como beneficiarios. Por eso funcionó de maravilla
el entendimiento tripartito, con “un modelo de exportación porque éramos un
país bonito, único y original”, donde desapareció la huelga laboral y el
silencio general era la tónica ante la matanza de campesinos y una sistemática
violencia estatal.
Extraordinario y ejemplar fue el
movimiento campesino, el que se sostuvo con un centenar de marchas durante 5
años, sin que el pacífico o las principales ciudades del país se levantaran lo
suficiente para corresponder al campesinado que nos dio lección de dignidad en
defensa del lago, la tierra y la soberanía.
En casi doce años, el régimen concentró
todos los poderes y eliminó la mayoría de los espacios de participación
política en los asuntos de gobierno. Las organizaciones de la sociedad civil
fueron limitadas al máximo por la política de intolerancia y exclusión por
parte del gobierno “pueblo presidente”; en fin la dictadura en desarrollo, para
lo cual ya no se preocupaban de las apariencias realizando “elecciones”
fraudulentas y “ganando” en abrumadora abstención. Todas las instituciones del
Estado subordinadas al Ejecutivo.
Pero llegó abril, inesperado para la
mayoría y menos esperado por una familia encumbrada en las alturas de la
soberbia y la borrachera que genera la eternidad del poder. Así, al ver que la
cultura de sometimiento explotó en una vibrante ciudadanía cargada de juventud,
la familia real no perdonó y descargó todo su odio, castigo y venganza.
Recordemos que hacía 10 años el
Procurador Estrada, dijo desde el CENIDH que bastaba un llamado del Comandante
a su militancia para que no quedara piedra sobre piedra, ese llamado llegó en
2018 con el vamos con todo y con ello se cumplía el hacer cualquier cosa para
no perder el poder, digan lo que digan...
Es así que deduje que al CENIDH lo iban a
desbaratar, si eran capaces de masacrar al pueblo no les causaría ninguna
agrura masacrar organizaciones, máxime como el CENIDH que no se entregó ni se
vendió, es así que los crímenes de lesa humanidad se cometieron porque para la
dictadura Ortegamurillo el precio más alto no es asesinar al pueblo, sino
perder el poder.
Entonces, les fue fácil organizarse en
una estructura criminal o mejor dicho crear los escuadrones de la muerte y
convertir a las instituciones del Estado en proyectiles mortales contra el
pueblo, que se levantó para vivir en libertad. No obstante, hay quienes aún se
expresan como en desconcierto, señalando de cómo pasaron a ese nivel
sanguinario...
La veía venir, lo dije en el CENIDH y a
mucha gente, periodistas independientes y ciudadanía en lucha. No pocos nos
dijeron que a nosotros no nos caerían, yo respondí que para esa familia malvada
no había intocables, a menos que se presten a su oprobio. Está probado, bastaba
estar por la libertad para que la dictadura te castigara y castigue con todo,
aplicando las sentencias de muerte que se acostumbra en las guerras y en las
que por todos lados los criminales ven enemigos, a los que aplican métodos de
guerra, aunque no estemos en guerra.
No solo la veía venir... El 12 de
diciembre de 2018 nos cayeron con el decretazo destructivo, el 13 asaltaron las
instalaciones, se las robaron como ha sido también la costumbre de estos nuevos
multimillonarios.
Pero no les bastó el asalto y el robo,
como vieron que seguiríamos en medio del despojo, entonces armaron uno de los
tantos expedientes de la infamia, un verdadero esperpento, pues me acusaron de
haber participado en uno de los crímenes de Estado mejor documentado por el
pueblo y por las víctimas, en el barrio Carlos Marx, uno de los crímenes de lesa humanidad, cuyos
autores son paramilitares y policías, quienes el 16 de junio asesinaron a seis
miembros de la familia Velásquez Pavón, incluyendo 2 niños.
Nos imputan los crímenes cometidos por
sus escuadrones de la muerte, con la complicidad de las fuerzas establecidas
para proteger la vida de la población y como les dijimos la verdad en el propio
lugar del terror, no encontraron otra peor decisión de embarrarnos con sus
fechorías.
Obviamente ni el verdugo mayor del
Chipote, con grado de General que me acusó, se cree a sí mismo semejante
mentira, semejante infamia. No obstante, me sentenció y para ello el cinismo
cuenta con fiscales, que junto a él y junto a jueces y magistrados, pasarán
también al basurero de la historia.
La vi venir, sabía que nos desbaratarían,
pero lo que nunca me imaginé fue mi presente exilio, del cual escribiré
después.
Después de todo el poderío criminal
desatado en los últimos 11 meses, está claro que la historia se está repitiendo
y su final también. Ningún pueblo merece ser desgobernado por el crimen y la
ruina moral, el desenlace final está en desarrollo y es de libertad, justicia y
democracia.
Resulta imposible seguir aguantando el hecho de que una sola familia decida por nuestra vida y nuestra libertad.
Con el ejemplo de las miles de víctimas, la valentía de los presos y presas políticas, y por la resistencia de todo un pueblo, no tengo duda alguna que…
Venceremos!!!