La Declaración
Universal de Derechos Humanos
Todos los seres humanos nacen
con derechos y libertades fundamentales iguales e inalienables
De la publicación 60
aniversario de la Declaración
Mi homenaje a las defensoras y defensores de derechos humanos, particular mención a la campesina Elea Valle, quien con su voz despierta nuestras adormecidas conciencias.
Elea Valle, exigiendo justicia y que el Estado entregue los cuerpos de sus hijos asesinados por el Ejército
Mañana diez de diciembre, la Declaración Universal de Derechos Humanos (DU), arriba a sus 69 años. Aprobada en París, Francia en 1948, cuando la cantidad de Estados no llegaban ni a 60; para ser exacto 58 eran los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 48 de ellos votaron a favor de la DU: Casi todos los países de nuestro continente la respaldaron, incluida Nicaragua. 8 Estados se abstuvieron y dos ausentes. El resultado de la votación estuvo estrechamente relacionado al contenido y alcance del texto, a los derechos finalmente declarados.
Antes de su proclamación, la
humanidad había sido estremecida por las dos guerras mundiales del siglo XX,
caracterizadas por la tortura, el horror y exterminio de millones de seres
humanos. Los crímenes de odio, el asesinato en masa, el genocidio; la negación
de derechos en sus peores formas. La intolerancia y la irracionalidad brutal
fue empleada en los campos de batalla y los campos de concentración; y para
remate de la crueldad inhumana las bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki
hicieron lo propio asesinando a centenares de miles. Con ambos bombazos “se
logró la rendición” de Japón y de esa manera concluía la segunda guerra
mundial. El dolor por el horror no se olvida.
Como sabemos, la humanidad tiene
en su haber histórico muchas guerras, invasiones y revoluciones, con resultados
sangrientos, cuyos vencedores han hecho de las suyas hasta con la historia, que
nos la cuentan a su manera. Pertinente es ubicar los antecedentes de cualquier
instrumento jurídico en particular los que afectan o benefician derechos
humanos.
Al respecto, tenemos como
referencias la Revolución Inglesa de 1688, la Revolución Francesa de 1789 y su
trascendental declaración, y la independencia de los Estados Unidos de 1776; en
todas ellas la historia no es color de rosa, independientemente del aporte a la
humanidad, en especial por el proceso de pérdida de poder del absolutismo e
inicio de nuevos regímenes con la aspiración de más derechos y menos poder al
poder.
Es así que, en medio de las
consecuencias del holocausto, el diez de diciembre de 1948 Naciones Unidas
adoptó el instrumento internacional que pasaría a ser acogido por la mayoría de
los Estados que en lo sucesivo se constituyeron y que en la actualidad se
cuentan por más de 190, el triple de los que existían cuando se aprobó. Dicha
multiplicación se debió al proceso de descolonización e independencia de muchas
naciones que antes estaban sometidas por los diversos imperios que ha conocido
la humanidad, últimos que ampliaron sus territorios mediante la conquista de
las armas, violando todo tipo de derechos.
Por eso es que también conocemos
historia de lucha por la libertad mediante expresiones sociales, culturales y
política de esos tiempos. Nicaragua y su pueblo tienen su propia historia de
lucha por la independencia y la libertad, en medio de esas aspiraciones no han
faltado los usurpadores del poder quienes, precisamente en nombre de la
libertad, la democracia y la revolución han hecho de las suyas violando
sistemáticamente los derechos humanos, independientemente de la identidad
política con que se definen.
Nos imaginamos entonces el
escenario, el contexto, la motivación e inspiración que tenían los países al
momento de discutir y aprobar ese texto histórico compuesto por 30 artículos y
un preámbulo, que a través del tiempo ha adquirido un valor político de
trascendencia tal que en no pocas constituciones, al menos se le menciona.
En el caso de nuestro país se
establece la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración y en
otros instrumentos internacionales de Derechos Humanos (artículo 46
Constitución Política de Nicaragua).Vale decir que en este artículo se
reconocen instrumentos contenidos en la Carta Internacional de DDHH de las
Naciones Unidad.
Ahora bien, una cosa es la definición
y el reconocimiento normativo y otra la realidad; pues aunque se proclamen
valores y principios en dichos textos, en la práctica la humanidad no ha dejado
de padecer de estados y gobiernos autoritarios y de dictaduras, así como de
potencias imperialistas que las patrocinan en nombre de la libertad, violando
derechos humanos.
En diversas partes del mundo sea
por razones políticas, raciales, religiosas y territoriales la violencia está a
la orden del día, al extremo de métodos de terror y exterminio de poblaciones
enteras. El bombardeo indiscriminado para “matar a los malos” no distingue,
arrasa y acaba la vida de muchos inocentes. Basta hacer un recuento por Siria,
Libia, Irak, así como países africanos, cómo están destruidos… Con su población
sometida al horror y al éxodo, de ambos extremos oímos que actúan por la
libertad, echemos una mirada cómo está ahorita Jerusalén, luego que el
Presidente de país más poderoso reconociera que esa ciudad es la capital de
Israel.
El ideal de los derechos humanos
(libertad, justicia, derecho a la vida y en paz, el debido proceso sin prisión
arbitraria, entre otros), ha tenido como grave oposición a regímenes militares
o policíacos que, se declaran respetuosos de la democracia y los derechos
humanos y los anulan con sus actos y la barbarie.
En 1948, cuando se aprobó la DU,
Nicaragua tenía como gobierno a la dinastía somocista, “amante de la paz” y
perseguía a sus opositores hasta llegar a ser de las peores dictaduras del
continente americano. Sanguinarios como Somoza y Trujillo (República
Dominicana) tenían en común la firma de la Declaración y su negación con la
opresión, la tortura, violaciones sexuales, las desapariciones forzadas y el
asesinato.
Ahora, uno se pregunta: En qué
posición estamos con relación a ese sangriento, cruel e inhumano pasado… O de
qué pasado hablamos?
Hablando de opresión, dice el
párrafo tres del preámbulo de la DU: “Considerando esencial que los derechos humanos sean
protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea
compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la
opresión”. Observamos acá la trascendencia de respetar los derechos
humanos, asunto que no ha sido fácil, porque su realización y conquista no son
regalo de los gobiernos, es el resultado de una lucha histórica; caso contrario
bastaría con una simple declaración para que viviéramos muy contentos y
felices.
En consecuencia, los avances y retrocesos en materia de
derechos humanos están influenciados no solo por el tipo de gobierno que
tengamos, sino y principalmente por la sociedad con su capacidad y decisión de
vivir en libertad con dignidad y sin miedo.
Ahora mismo en Nicaragua, nos rigen leyes regresivas y
perniciosas para nuestros derechos humanos. En nombre de la Seguridad Soberana
que ve y crea enemigos por todos lados, se mata y pretenden que nadie reclame,
se cometen verdaderos crímenes de Estado como la reciente masacre en La Cruz de
Río Grande, asesinato colectivo que cegó la vida a seis personas, bajo el
cuento de “todos delincuentes”, ocultando entre ellos a los dos niños hijos de
la campesina Elea Valle, quien con su valentía nos ha dado una extraordinaria
lección de dignidad revelando y evidenciando las mentiras de los militares y de
sus cómplices denominados operadores de justicia.
Nicaragua entonces, arriba este 10 de diciembre, con un
Estado indolente, responsable por acción u omisión de sistemáticas violaciones
a los derechos humanos, como los crímenes contra la vida de las mujeres y
ciudadanos que se declaran opositores. Arribamos al 69 aniversario de la
Declaración Universal con más femicidio que el año pasado, aunque oficialmente
el Estado y la pareja gobernante ni las registre, procurando que las olvidemos
con el entretenimiento de fin de año.
Solo en la semana del 6 al 12 de noviembre fueron privadas
arbitrariamente de su vida, 12 personas y ninguno de los casos está
esclarecido, saben por qué… Porque sus ejecutores y cómplices se encuentran
dentro del Estado (policías, militares y fuerzas de choque). Ese panorama nos
demuestra la ausencia de una política de Estado coherente con su obligación de
promover, respetar y garantizar todos los derechos para todas y todos,
comenzando con el derecho a la vida.
Este Estado abusador de nuestros derechos humanos, sólo se detendrá
cuando todas y todos decidamos ponerlo en su lugar, caso contrario solo
tendremos hermosas declaraciones y queditos sin mayor libertad ni derecho, agradecidos
con lo que nos “regalen como navidad”.
En ese sentido, en justo alzar la voz y decir un basta ya de
detenciones arbitrarias, prolongadas y sin causa legal previa, así como las
ejecuciones arbitrarias a la vida a manos de militares y policías como la ejecutada
contra el inmigrante africano y otras tantas pasadas como desapercibidas por
ser barridas de “delincuentes”. Basta ya de persecución y acoso contra las
manifestaciones y libertad de expresión.
Es necesario conocer todos nuestros derechos, pero por sí
solos no se hacen respetar ni con el mejorcito de los gobiernos, por eso hay
que sumar nuestra decisión de vivir en libertad, sin cultura de sometidos, con
dignidad y sin miedo.
Depende de nosotros y nosotras; mientras tanto conmemoremos
en lucha este 10 de diciembre, en la Avenida de Naciones Unidas desde las 9 de
la mañana.
Este día gritemos:
Entreguen los cuerpos de los niños asesinados en La Cruz de
Río Grande.
NO más crímenes de Estado
No más militares haciendo de policías
NO más impunidad
Derecho que no se defiende es Derecho que se pierde
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