Quien debe pedir perdón
es el Estado de Nicaragua
Casi al medio día del 7 de diciembre del año pasado, con mis
colegas del CENIDH nos disponíamos a retirarnos (era el asueto por la gritería), ya se escuchaban los cohetes,
bombas y cachinflines propios de ese día, cuando de la
recepción nos avisaron que una pareja de africanos pedía con urgencia ser
atendida, es así que conocimos a la señora Mary Frinwie Atanga y a Joseph Tchamani Magloire; habían llegado
a Nicaragua en los primeros días de diciembre.
Salió de su continente a realizar sueños y lo mataron en “el país más seguro”
Así, con mi colega Wendy Flores, escuchamos el relato y el
dolor de una madre en busca de explicación y respuestas por la muerte a balazos
de su hijo Mbang Atanga Azehfor, de 23 años de edad, quien abandonó su país
(Camerún, Africa) en busca de mejor vida, sin imaginarse que la perdería en “el
país más seguro” de Centroamérica.
El 29 de septiembre de 2017, el Ejército de Nicaragua (NO la
policía) informó que:
“A las 3:30 de
la mañana de hoy viernes 29 de septiembre de 2017, en el puente Las Lajas,
comunidad La Virgen, carretera a la ciudad de Rivas, un retén combinado de
tropas del 4 Comando Militar Regional y la Policía Nacional, realizó señales de
alto a dos vehículos sospechosos, estos desatendieron las mismas, realizaron disparos
y trataron de atropellar al personal del retén, quienes respondieron a la
agresión con sus armas de reglamento.
En esta situación
resultó fallecido Mbang Atanga Azehfor migrante originario de
Camerún; detenidos tres traficantes de personas, identificados con los nombres
de: Yaser Eduardo García López de 22 años, originario de Rivas
y Bayron José Jarquín López de 27 años, originario de
Tipitapa, quienes resultaron heridos, y Kiver Steven Martínez
Sánchez de 20 años, originario de San Juan del Sur”.
“Resultó fallecido” dice el comunicado del Ejército, el
comunicado no dijo que los vehículos en que trasladaban a los inmigrantes africanos
fueron acribillados a balazos, así es que “resultó fallecido” el joven Atanga,
lo mataron a balazos y él no portaba arma alguna; una hermana suya sobrevivió y
fue quien le contó a su mamá, señora Mary Frinwie, como era obvio, ésta inmediatamente
buscó cómo viajar desde Bélgica para reclamar lo sucedido y llevarse el cadáver
de su hijo.
Según su denuncia ante el CENIDH, las autoridades de
Nicaragua dilataron para autorizar su ingreso a nuestro territorio y es por eso que
logra venir casi 3 meses después de que le quitaran la vida a su hijo, como era
de esperarse, además de su dolor también vino con muchas preguntas acerca de
las circunstancias de su muerte.
El delito de preguntar
la verdad y los abusos de la dictadura
A su llegada a Nicaragua, por el Aeropuerto Internacional
Augusto C. Sandino, fue recibida por unos “bondadosos” que se sobraron en
servicio de edecán llevándola al hostal u hotel en que fue hospedada en Managua,
a partir de entonces sometida a un sistema de vigilancia y control.
No obstante, la ciudadana Atanga nos contó que con su
acompañante reclamó por la muerte de su hijo a las autoridades superiores del
Ministerio de Gobernación, institución que concentra los asuntos consulares,
por eso es que vimos a funcionarios de esa dependencia en labores policíacas y
de intimidación, en el propio lugar donde se hospedaban los africanos.
En la Prensa podemos observar amplios reportes sobre ese
acoso estatal y las amenazas expresadas por un agente que obviamente en nada se
parece a la supuesta cordialidad ofrecida a la llegada al aeropuerto; todo
cambió para la mamá del joven Atanga desde que ella comenzó a cuestionar y
demandar la verdad.
Y es, precisamente después de la denuncia ante el CENIDH y en
particular por los reportajes y denuncia pública en La Prensa, cuando se
recrudece el control, la intimidación y posterior captura de la pareja de
africanos, primero llevados al Chipote, como es la abusiva costumbre y luego al
mal llamado albergue o centro de retención migratorio; en ambos lugares
comenzaron un completo aislamiento para luego ser sometidos a un arbitrario,
inconstitucional e ilegitimo proceso judicial que concluyó con una esperada
condena.
Condena del Estado fue
extensiva al joven Atanga
Tanto en “la situación” reportada por el Ejército, como en la
posterior acusación contra los nicaragüenses capturados, el joven Mbang Atanga
es mencionado como víctima de la fatalidad, en medio de disparos realizados por
agentes policiales y militares, acción combinada que, a pesar de los resultados
mortales, no fue debidamente esclarecida, lo que se suma a una larga lista de
muertes violentas provocadas por agentes del Estado, dejados en una vergonzosa impunidad.
El colmo de los abusadores en dictadura, es que después de
que la mamá del joven Atanga presenta su denuncia y demanda la verdad, la
emprendieron contra ella y también pusieron como delincuente internacional a su
hijo, acusación cobarde porque no solo cambió la versión original del Estado,
sino que también lo hace contra una persona que ya no se puede defender, porque
el Estado le quitó la vida, con el agravante de que encarcela a quienes desde
lejanas tierras vinieron a exigir la verdad.
Perdónenos usted señora
Mary Frinwie Atanga
El 20 de marzo finalizó el juicio contra la pareja de
ciudadanos africanos, a quienes el Estado los presentó públicamente como los
principales cabecillas de una banda internacional para el tráfico de migrantes,
crimen organizado y etcétera, a los que curiosamente no los capturó desde que
ingresaron al país más seguro.
Y, en el país más seguro les realizaron un juicio a puerta
cerrada sin que se permitiera fiscalización alguna, cuando se supone por
mandato legal que las audiencias son orales y públicas y que si tenían la
verdad de su lado nada tenían que esconder al público (medios de comunicación).
En la primera audiencia en que se presentó acusación en
Managua, muchas horas después de las establecidas por el artículo 33
constitucional, con un equipo del CENIDH tratamos de estar y presenciar
exactamente los elementos contundentes de esa verdad en manos del Estado y
resulta que “los operadores de justicia” se escondieron y realizaron dicha
audiencia en una cueva destinada para el hermetismo, aunque ellos le llaman razones
de seguridad.
La escondieron porque no tenían caso, al extremo de que la
condena ya no fue por ser los cabecillas principales ni todas las mentiras señaladas,
hasta pidieron la pena mínima y su inmediata expulsión a lo que, según cuentan,
no se opuso la fiscalía, era de esperarse que después de no tener caso alguno
contra los africanos, en semejante remedo de juicio y violaciones a sus
derechos humanos como ciudadanos del mundo, sólo les queda aparentar que son
magnánimos y por eso lo que se espera es la inmediata expulsión del país, si es
que no lo han hecho ya.
Por todo ello, y siendo que Mary Frinwie pidió perdón por su “error”
(demandar la verdad), lo que nos queda es exigir que sea el Estado el que pida
perdón por todos los abusos cometidos contra la pareja de africanos, por
haberlos encarcelados injustamente y violado sus derechos humanos.
Es el Estado de Nicaragua el que tiene que pedirles perdón
por haber privado de sus sueños y de la vida a su hijo Mbang Atanga.
También, a los nicaragüenses que seguimos aguantando a esta
dictadura nos toca pedirle perdón a la señora Mary Frinnwie,
Perdónenos, porque usted vino a Nicaragua seguramente sin
imaginarse que también el Estado le violaría infamemente sus derechos humanos.