miércoles, 2 de diciembre de 2015



Declaración Universal de Derechos Humanos

Todos los seres humanos nacen con derechos y libertades fundamentales iguales e inalienables
De la publicación 60 aniversario de la Declaración

67 años cumple la Declaración Universal de Derechos Humanos (DU) el próximo diez de diciembre. Cuenta la memoria e historia que fue aprobada en París, Francia en 1948, cuando la cantidad de Estados no llegaban ni a 60; para ser exacto 58 eran los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 48 de ellos votaron a favor de la DU: Casi todos los países de nuestro continente la respaldaron, incluida Nicaragua. 8 Estados se abstuvieron y dos ausentes. El resultado de la votación estuvo estrechamente relacionado al contenido y alcance del texto, relacionado a los derechos finalmente declarados.

Antes de su proclamación, la humanidad había sido estremecida por las dos guerras mundiales del siglo XX, caracterizadas por la tortura, el horror y exterminio de millones de seres humanos. Los crímenes de odio, el asesinato en masa, el genocidio; la negación de derechos en sus peores formas. La intolerancia y la irracionalidad brutal fue empleada en los campos de batalla y los campos de concentración; y para remate de la crueldad inhumana las bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki hicieron lo propio asesinando a centenares de miles. Con ambos bombazos “se logró la rendición” de Japón y de esa manera concluía la segunda guerra mundial. El dolor por el horror no se olvida.

Como sabemos, en la historia de la humanidad han habido muchas guerras, invasiones y revoluciones, con resultados sangrientos, cuyos vencedores han hecho de las suyas hasta con la historia, que nos la cuentan a su manera. Pertinente es ubicar los antecedentes de cualquier instrumento jurídico en particular los que afectan o benefician derechos humanos. Al respecto, tenemos como referencias la Revolución Inglesa de 1688, la Revolución Francesa de 1789 y su trascendental declaración, y la independencia de los Estados Unidos; en todas ellas la historia no es color de rosa, independientemente del aporte a la humanidad, en especial por el proceso de pérdida de poder del absolutismo e inicio de nuevos regímenes con la aspiración de más derechos que poder.

Es así que, en medio de las consecuencias del holocausto, el diez de diciembre de 1948 Naciones Unidas adoptó el instrumento internacional que pasaría a ser acogido por la mayoría de los Estados que en lo sucesivo se constituyeron y que en la actualidad se cuentan por más de 190, el triple de los que existían cuando se aprobó. Dicha multiplicación se debió al proceso de descolonización e independencia de muchas naciones que antes estaban sometidas por los diversos imperios que ha conocido la humanidad, últimos que ampliaron sus territorios mediante la conquista por las armas, violando todo tipo de derechos. Por eso es que también conocemos historia de lucha por la libertad mediante expresiones sociales, culturales y política de esos tiempos.

Nos imaginamos entonces el escenario, el contexto, la motivación e inspiración que tenían los países al momento de discutir y aprobar ese texto histórico compuesto por 30 artículos y un preámbulo, que a través del tiempo ha adquirido un valor político de trascendencia tal que en no pocas constituciones, al menos se le menciona y en el caso de nuestro país se establece la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración y en otros instrumentos internacionales de Derechos Humanos (artículo 46 Constitución Política).Vale decir que se reconocen instrumentos contenidos en la Carta Internacional de DDHH.

Ahora bien, una cosa es la definición y el reconocimiento normativo y otra la realidad; pues aunque se proclamen valores y principios en dichos textos, en la práctica la humanidad no ha dejado de padecer de estados y gobiernos autoritarios y de dictaduras, así como de potencias imperialistas que las patrocinan en nombre de la libertad, violando derechos humanos. En diversas partes del mundo sea por razones políticas, raciales, religiosas y territoriales la violencia está a la orden del día, al extremo de métodos de terror y exterminio de poblaciones enteras. El bombardeo indiscriminado para “matar a los malos” no distingue, arrasa y acaba la vida de muchos inocentes.

El ideal de los derechos humanos (libertad, justicia, derecho a la vida y en paz, el debido proceso sin prisión arbitraria, entre otros), ha tenido como grave oposición a regímenes militares o policíacos que, se declaran respetuosos de la democracia y los derechos humanos y los anulan con sus actos y la barbarie.

En 1948, cuando se aprobó la DU, Nicaragua tenía como gobierno a la dinastía somocista, “amante de la paz” y perseguía a sus opositores hasta llegar a ser de las peores dictaduras del continente americano. Sanguinarios como Somoza y Trujillo (República Dominicana) tenían en común la firma de la Declaración y su negación con la opresión, la tortura, violaciones sexuales, las desapariciones forzadas y el asesinato.

Hablando de opresión, dice el párrafo tres del preámbulo de la DU: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Observamos acá la trascendencia de respetar los derechos humanos, asunto que no ha sido fácil, porque su realización y conquista no son un regalo de los gobiernos, es el resultado de una lucha histórica; caso contrario bastaría con una simple declaración para que viviéramos muy contentos y felices.

En consecuencia, los avances y retrocesos en materia de derechos humanos están influenciados no solo por el tipo de gobierno que tengamos, sino y principalmente por la sociedad con su capacidad y decisión de vivir en libertad con dignidad. Ahora mismo en Nicaragua, se están aprobando leyes regresivas y perniciosas para nuestros derechos humanos. Algunos ejemplos: La Ley de Seguridad Soberana que ve y crea enemigos por todos lados y la idea de alargar la detención policial hasta 60 días. Sumémosle la Ley 840 que entrega la soberanía de Nicaragua y la penalización del aborto que castiga a las mujeres, a las niñas y sus familias. 

Estos ejemplos se resumen en una aparente legalidad pero cargadas de ilegitimidad social que redundan en violaciones a los derechos humanos de todas y todos, con lo cual dejo la idea de que sólo se detendrán en el momento en que nosotros y nosotras lo decidamos, caso contrario nos veremos con hermosas declaraciones y queditos sin mayor libertad ni derecho alguno, solo la migaja que “regalen como navidad”.

Es necesario conocer todos nuestros derechos, pero por sí solos no se hacen respetar ni con el mejorcito de los gobiernos, por eso hay que sumar nuestra decisión de vivir en libertad, sin cultura de sometidos.

Depende de nosotros y nosotras; mientras tanto conmemoremos en lucha este próximo jueves 10 de diciembre, en la Avenida de Naciones Unidas desde las 9 de la mañana.

Porque Derecho que no se defiende es derecho que se pierde.

2 comentarios:

  1. Inspirada explicación, gracias y felicidades por compartir animadamente la información precisa. "vivir con dignidad y libertad" me apunto a la marcha conmemorativa:-)

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  2. Ahí estaremos. Gracias por conmemorar y contextualizar

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