Declaración Universal de Derechos Humanos
Todos los seres humanos
nacen con derechos y libertades fundamentales iguales e inalienables
De la publicación 60 aniversario de la
Declaración
67 años cumple la Declaración
Universal de Derechos Humanos (DU) el próximo diez de diciembre. Cuenta la
memoria e historia que fue aprobada en París, Francia en 1948, cuando la
cantidad de Estados no llegaban ni a 60; para ser exacto 58 eran los miembros
de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 48 de ellos votaron a favor de
la DU: Casi todos los países de nuestro continente la respaldaron, incluida
Nicaragua. 8 Estados se abstuvieron y dos ausentes. El resultado de la votación
estuvo estrechamente relacionado al contenido y alcance del texto, relacionado
a los derechos finalmente declarados.
Antes de su proclamación, la
humanidad había sido estremecida por las dos guerras mundiales del siglo XX,
caracterizadas por la tortura, el horror y exterminio de millones de seres
humanos. Los crímenes de odio, el asesinato en masa, el genocidio; la negación
de derechos en sus peores formas. La intolerancia y la irracionalidad brutal fue
empleada en los campos de batalla y los campos de concentración; y para remate
de la crueldad inhumana las bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki
hicieron lo propio asesinando a centenares de miles. Con ambos bombazos “se
logró la rendición” de Japón y de esa manera concluía la segunda guerra mundial.
El dolor por el horror no se olvida.
Como sabemos, en la historia de
la humanidad han habido muchas guerras, invasiones y revoluciones, con
resultados sangrientos, cuyos vencedores han hecho de las suyas hasta con la
historia, que nos la cuentan a su manera. Pertinente es ubicar los antecedentes
de cualquier instrumento jurídico en particular los que afectan o benefician derechos
humanos. Al respecto, tenemos como referencias la Revolución Inglesa de 1688,
la Revolución Francesa de 1789 y su trascendental declaración, y la
independencia de los Estados Unidos; en todas ellas la historia no es color de
rosa, independientemente del aporte a la humanidad, en especial por el proceso
de pérdida de poder del absolutismo e inicio de nuevos regímenes con la
aspiración de más derechos que poder.
Es así que, en medio de las
consecuencias del holocausto, el diez de diciembre de 1948 Naciones Unidas
adoptó el instrumento internacional que pasaría a ser acogido por la mayoría de
los Estados que en lo sucesivo se constituyeron y que en la actualidad se
cuentan por más de 190, el triple de los que existían cuando se aprobó. Dicha
multiplicación se debió al proceso de descolonización e independencia de muchas
naciones que antes estaban sometidas por los diversos imperios que ha conocido
la humanidad, últimos que ampliaron sus territorios mediante la conquista por
las armas, violando todo tipo de derechos. Por eso es que también conocemos
historia de lucha por la libertad mediante expresiones sociales, culturales y
política de esos tiempos.
Nos imaginamos entonces el
escenario, el contexto, la motivación e inspiración que tenían los países al momento
de discutir y aprobar ese texto histórico compuesto por 30 artículos y un
preámbulo, que a través del tiempo ha adquirido un valor político de
trascendencia tal que en no pocas constituciones, al menos se le menciona y en
el caso de nuestro país se establece la plena vigencia de los derechos
consignados en la Declaración y en otros instrumentos internacionales de Derechos
Humanos (artículo 46 Constitución Política).Vale decir que se reconocen instrumentos contenidos en la Carta Internacional de DDHH.
Ahora bien, una cosa es la
definición y el reconocimiento normativo y otra la realidad; pues aunque se
proclamen valores y principios en dichos textos, en la práctica la humanidad no
ha dejado de padecer de estados y gobiernos autoritarios y de dictaduras, así
como de potencias imperialistas que las patrocinan en nombre de la libertad, violando
derechos humanos. En diversas partes del mundo sea por razones políticas,
raciales, religiosas y territoriales la violencia está a la orden del día, al
extremo de métodos de terror y exterminio de poblaciones enteras. El bombardeo
indiscriminado para “matar a los malos” no distingue, arrasa y acaba la vida de
muchos inocentes.
El ideal de los derechos humanos
(libertad, justicia, derecho a la vida y en paz, el debido proceso sin prisión
arbitraria, entre otros), ha tenido como grave oposición a regímenes militares
o policíacos que, se declaran respetuosos de la democracia y los derechos
humanos y los anulan con sus actos y la barbarie.
En 1948, cuando se aprobó la DU,
Nicaragua tenía como gobierno a la dinastía somocista, “amante de la paz” y
perseguía a sus opositores hasta llegar a ser de las peores dictaduras del
continente americano. Sanguinarios como Somoza y Trujillo (República
Dominicana) tenían en común la firma de la Declaración y su negación con la
opresión, la tortura, violaciones sexuales, las desapariciones forzadas y el
asesinato.
Hablando de opresión, dice el
párrafo tres del preámbulo de la DU: “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un
régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso
de la rebelión contra la tiranía y la opresión”. Observamos acá la trascendencia de respetar los
derechos humanos, asunto que no ha sido fácil, porque su realización y
conquista no son un regalo de los gobiernos, es el resultado de una lucha
histórica; caso contrario bastaría con una simple declaración para que
viviéramos muy contentos y felices.
En consecuencia, los avances y retrocesos en materia de
derechos humanos están influenciados no solo por el tipo de gobierno que
tengamos, sino y principalmente por la sociedad con su capacidad y decisión de
vivir en libertad con dignidad. Ahora mismo en Nicaragua, se están aprobando
leyes regresivas y perniciosas para nuestros derechos humanos. Algunos
ejemplos: La Ley de Seguridad Soberana que ve y crea enemigos por todos lados y
la idea de alargar la detención policial hasta 60 días. Sumémosle la Ley 840 que entrega
la soberanía de Nicaragua y la penalización del aborto que castiga a las
mujeres, a las niñas y sus familias.
Estos ejemplos se resumen en una aparente legalidad
pero cargadas de ilegitimidad social que redundan en violaciones a los derechos
humanos de todas y todos, con lo cual dejo la idea de que sólo se detendrán en
el momento en que nosotros y nosotras lo decidamos, caso contrario nos veremos
con hermosas declaraciones y queditos sin mayor libertad ni derecho alguno,
solo la migaja que “regalen como navidad”.
Es necesario conocer todos nuestros derechos, pero por sí
solos no se hacen respetar ni con el mejorcito de los gobiernos, por eso hay
que sumar nuestra decisión de vivir en libertad, sin cultura de sometidos.
Depende de nosotros y nosotras; mientras tanto conmemoremos
en lucha este próximo jueves 10 de diciembre, en la Avenida de Naciones Unidas
desde las 9 de la mañana.
Porque Derecho que no se defiende es derecho que se pierde.
Inspirada explicación, gracias y felicidades por compartir animadamente la información precisa. "vivir con dignidad y libertad" me apunto a la marcha conmemorativa:-)
ResponderEliminarAhí estaremos. Gracias por conmemorar y contextualizar
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