Ejecuciones, asesinatos
y doble rasero
“…Si miramos que
salís, te matamos...” Andrés Cerrato
campesino de la
Comunidad de San
Martín de Daca, Ayapal en San José de Bocay
…Y lo mataron en la
madrugada del pasado 18 de abril, luego de haber denunciado públicamente en el
Diario La Prensa, que había asido amenazado con ser ejecutado.
Ni el ejército, ni la policía han dicho esta boca es mía…
Cuando es por crímenes en el campo, actúan con una notable coincidencia
desgastada señalando que se trata de delincuentes comunes, roba ganado y ahora
cosechadores de marihuana.
La ejecución arbitraria, es la privación de la vida
(violación al Derecho a la vida) por agentes del Estado o por otras personas
que actúan con la complicidad, aquiescencia o
tolerancia del primero. Es uso injustificado, irracional y criminal de
las armas de fuego. Dicha complicidad se manifiesta de diversas formas o modus
operandi como: Que han matado a “delincuentes comunes”, o que se mataron entre
ellos, sin esclarecimiento mediante una investigación objetiva, creíble.
Al campesino Andrés Cerrato lo habían amenazado con matarlo y
así lo hicieron, lo asesinaron, lo ejecutaron y como inobjetable prueba los señalados
no informan de ninguna investigación para su esclarecimiento. ¿Cuántos campesinos
han sido igualmente ejecutados...?
Cerrato no es el primero y todo hace indicar que no será el último.
Así lo está marcando el régimen con sus agentes (Ejército y Policía). La técnica los induce a
guardar silencio aunque después aparecieron con su tal muro de contención
reportando que por la misma zona incautaron un plantío de mari. Está en el
manual no escrito de operaciones, se llama golpe de imagen. Lo usa también la
policía cada vez que meten las de andar o ejecutan a gente desarmada.
Así actúan todos los cuerpos armados llamados a garantizarnos
seguridad. Se supone que con ellos podemos sentirnos tranquilos, que una
amenaza y peligro para nuestra seguridad y nuestras vidas viene de los malos
pero la cosa no es chiche para muchos, especialmente para los campesinos que otra
vez están mordiendo el leño y, con semejante estado de terror quieren que callemos.
El campesino Cerrato tuvo “la libertad de expresarse”, con
todo y el miedo que ello implicaba, esa libertad le costó la vida, aunque probable
e igualmente lo matarían, sin que nos diéramos cuenta. Él se encargó de que lo
supiéramos.
No podemos callar, no debemos callar, ni seguir con
indiferencia como si no pasara nada... Mañana veremos desfilar los poderosos y
tenebrosos tanques de guerra (otra vez) en la calles de nuestras ciudades y comunidades,
desplegados en las rotondas y en la fortaleza de El Carmen, quizá en las
avenidas cuidando los árboles de lata y posiblemente habrá quienes dirán que son
en defensa de la paz que nos garantiza la pareja inimitable. ¿Contra quién
pelean...? ¿Acaso no estamos en perfecta armonía, todo amor y de los más
felices del planeta…? Los crímenes nos indican el odio y la venganza con que
actúan.
El silencio es inadmisible porque los asuntos de seguridad
nos pertenecen a todos y el Derecho a la Vida es de todas y todos, por eso nos
debe doler e indignar cada vez que asesinan a cualquiera allá en la profundidad
de nuestro territorio donde difícilmente llegan los lentes de los tele sucesos.
Están matando a nuestra gente, a moros y cristianos,
opositores, sandinistas y no sandinistas aunque los que actúan “políticamente
correcto” oficialmente no admiten en toda su dimensión la gravedad del
problema. El trato a los crímenes y a los criminales, es diferenciado y
discriminatorio, pues cuando no tienen remedio lo hacen con el remedo del doble
rasero.
En los últimos años que han matado a miembros de los CPC y
simpatizantes del gobierno no han hecho verdadera justicia: ¿Se acuerdan de la
masacre del 19 de julio, de la que nos contaron la verdad a media y que a varios
de los declarados culpables les impusieron penas de más de 100 años...?
Una semana después de dicha masacre ejecutaron al campesino y
ex contra Carlos García: ¿Saben qué pasó...? Nada, así como se lee, la poli no
capturó a nadie y por supuesto no esclareció dicho asesinato.
Unos meses después, en enero de 2015 sucedió
el bombazo de Pantasma y… seguro que saben que tampoco hay esclarecimiento que
prometieron a lo inmediato obligados por el clamor de esas comunidades que
señalaron como responsables al Ejército y a sus acompañantes que investigan (la
policía).
Hace pocos meses, la policía dio cuenta en un comunicado que
en un enfrentamiento del 20 de agosto de 2015 mató a “un delincuente común conocido como cinco pinos” a
quien le atribuyen varios crímenes entre ellos el asesinato del compañero del FSLN
Nahúm González de Aguas Caliente, Wiwilí, en 2013. El mismo día 20, mataron también al campesino Pedro Díaz, cuyos hijos denunciaron ante el CENIDH que fue ejecutado por los agentes del Estado, estando desarmado.
El pasado fin de semana, cuando cerraba la presente reflexión supe que mataron a
Enrique Aguinaga allá por Río Blanco, un hombre que se declaró alzado en armas
contra el gobierno de Daniel Ortega, ¿saben lo que dijo el jefe militar de esa región...?
Que mataron a un “delincuente común desconocido”, roba ganado. Obviamente se
trata de una mentira verdadera que pretende descalificar mediante cualquier
falacia en el intento de distraer la idea de los armados.
Ahora bien, en estos crímenes apreciamos el doble rasero con
respecto a la persecución y detención de los “sospechosos”, la investigación
para que sepamos la verdad y se haga justicia por parejo. En ese sentido, cuando
los agentes del Estado o sus allegados ejecutan a personas como Andrés Cerrato,
si pueden y de acuerdo a sus cálculos se quedan calladitos y no hay nota de
prensa alguna, ni mucho menos esclarecimiento en tiempo record, ni redadas completamente
arbitrarias y violatorias de los DDHH, ¡NO! .-
¿Se acuerdan de la masacre en El Carrizo? Fue en noviembre de 2011, asesinaron a tres
miembros de la familia Torres, sus ejecutores y asesinos (un Subcomisionado, el
Secretario Político del fsln y otros hermanos de gobierno) toditos están libres
gracias a la bondad de la única y original justicia.
A Enrique Aguinaga lo acusaron por el asesinato del
secretario del FSLN de Coperna Siuna, Ronaldo Martínez Herrera, también en noviembre de 2011, crimen del que
pueden leer un informe completo elaborado y presentado por el CENIDH que
investigó lo sucedido. Meses después, Aguinaga apareció en Honduras
declarando ser perseguido y hace poco apareció en un video declarando ser
rearmado.
Obviamente no era un desconocido para las autoridades de
policía ni para el ejército que fue quien lo mató y los testimonios coinciden
en que se trató de otra ejecución y con saña, una evidencia más del odio que
motiva a sus ejecutores. ¿Podrán dormir tranquilos después de cometer esos
crímenes?
Fijémonos bien en una coincidencia, todos los que se han
declarado como líderes de alzados en armas han terminado igual: Las fuerzas
estatales, mediante operativos militares y de inteligencia los han ejecutado sumándolos a
la lista de otros en la historia reciente. Podemos leer reportajes e informes sobre
cómo ejecutaron al Charro y a los del FUAC, entre otros.
Otro aspecto interesante que llama a la reflexión: Si los
“eliminados” eran “delincuentes comunes”… ¿Qué hace el Ejercito en esos
asuntos, acaso los señalados de delincuentes no deben ser perseguidos y
capturados por la Policía, conforme la misión constitucional claramente
definida?
Las operaciones militares son para los grupos que actúan como
irregulares armados, pues los soldados del ejército no están capacitados para
labores policiales, sino para entrar en
combate. Prevenir el delito y capturar a los presuntos delincuentes es
misión exclusiva de la Policía Nacional.
Entonces, se entiende el porqué a
seleccionadas personas encasilladas como delincuentes comunes (los alzados en
armas) NO se les captura, las matan. A eso se le llama ejecuciones arbitrarias.
No al retorno de la guerra,
No más campesinos asesinados impunemente
No necesitamos tanques de guerra,
!!!Lo que urge es libertad para vivir sin miedo!!!
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