sábado, 4 de junio de 2016

A Benito Chele  

Éramos jóvenes cuando nos conocimos, vos no alcanzabas los treinta yo rondaba los 33. Llegaste al CENIDH como conductor, eras un militar retirado después de haber prestado servicio en los 80, esa trayectoria de tu vida nos la contaste apenas comenzaste; tiempos en que todavía las contradicciones se resolvían a balazos, con los rearmados (los re contras y los re compas). Esta parte de la historia, de violencia y privación de la vida, fue tema y contenido primordial del accionar del CENIDH en sus primeros años de fundación.

En ese contexto transitaste de soldado a profesional del volante y recorriste muchas partes de nuestro territorio con la responsabilidad de salvaguardar la vida y seguridad de tus colegas de trabajo, a tu lado entre esas muchas ocasiones, anduvo y estuvo la Presidenta del CENIDH, Dra. Vilma Núñez de Escorcia.

Cuántos momentos y días difíciles y especiales viviste con ella y con nosotros, con el colectivo de defensoras y defensores, junto con Humberto (el gordo que ahora está flaco) recogiste historias completas o las completabas simultáneamente mientras el equipo investigaba las denuncias por violaciones a DDHH o participando en alguna manifestación, talleres de educación, todo en pro de acompañar a las víctimas en lucha y a los sectores más desposeídos.

Te convertiste en un activista de DDHH. Quizá no habíamos levantado alguna información relevante, ahí estaba tu intuición que trascendía a tu principal responsabilidad de conducir. Fueron más de 20 años, dos décadas con nosotros y por los otros. 

Recuerdo que estábamos tiernos en la onda de defender DDHH cuando viajamos a Honduras, en busca del nicaragüense Juan Pablo Laguna Cruz, acompañando a su hermana Adilia Laguna, una mujer que nos brindó una demostración de lucha, valentía y dignidad.

En ese viaje pasamos horas de emoción con tensión como el momento de exhumación del cadáver de Juan Pablo, asesinado por agentes hondureños, Adilia en su cara les dijo asesinos. Ahí andábamos, sin conocer ese territorio, incluso no extraviamos por un rato y vos te veías nervioso, no era para menos dada tu responsabilidad de llevar y traernos de regreso.

En las diversas experiencias caracterizadas por el riesgo, estuvo también tu participación señalando u observando con pertinencia acerca del cuidado que debíamos tener para no sufrir mayores daños y riesgos.

Después de superar esos momentos especiales por lo general recurrimos a la risa y al gozo, a la jodedera, una combinación del compromiso asumido con todo lo que ello implica y la satisfacción de servir a los demás. Ahí, en todas esas hermosas y riesgosas jornadas estuviste con nosotros.

No es extraño entonces, ahora que te han privado de la vida, la avalancha de tus amigos y amigas viniendo al Cenidh o preguntando por vos y el final no esperado.

Los que trabajan como conductor de forma permanente, viajando a lo largo y ancho de Nicaragua, por la fatiga propia de esos recorridos, prevén la posibilidad de los riesgos de sufrir cualquier accidente. Por ende, algunas de las llamadas preguntaban si tu muerte había sido producto de un choque, NO…

...Sin imaginarlo un conductor de alta y homicida velocidad, fue quien levantó por los aires tu vida, sin darte la oportunidad de decirnos hasta siempre. El alcohol combinado con la temeraria y criminal velocidad hizo posible ese trágico y nefasto resultado. 

Uno de los canales propiedad de la nueva dinastía exhibió tu cuerpo ya sin vida, aun cuando esas imágenes son impublicables y seguro jamás las pondrían si se tratara de uno de sus allegados, de esa forma te agraviaron pero nosotros reivindicamos tu rostro sonriente en la plenitud de tu vida.

Nos dejas el recuerdo vivo de la espera con el calendario en mano, en la cuenta regresiva de la venida de tu hija Jimena que estudia en España y que se juntaría con tu esposa Silvia Elena y tu otra hija María de los Ángeles.

A ellas, a tu familia nuestro abrazo solidario con profunda emoción. Mañana domingo que las acompañaremos para el hasta siempre, podremos decir junto que abrazamos una causa común por la que vale la pena vivir y luchar.

José Benito Díaz (Benito Chele): Nos quedamos con los mejores momentos que dedicaste en vida y para la vida.

Con cariño, tus colegas del CENIDH

1 comentario:

  1. Gonzalo, que hermoso homenaje a ese companero incondicional que tuvieron la fortuna de tener con ustedes por dos decadas.
    Es una perdida muy grande para todos los luchadores por los derechos humanos y para los desprotegidos, porque en esta lucha todos los "guerreros" son valiosos, aun los que estan un poco en el anonimato pero que aun asi, logran dejar una marca profunda en las personas que los conocieron. Mi mas sentido pesame a ustedes.

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