Detención arbitraria e inconstitucional
de joven mexicano
Jobany Torres
Becerra
El 1 de junio en curso, en el Aeropuerto Internacional Augusto C
Sandino, fue detenido el joven y ciudadano mexicano Jobany Torres Becerra, de
23 años de edad, cuando pretendía abordar un vuelo con destino a México. Según
reportes periodísticos, Jobany desde su arresto permanece en la Dirección de
Auxilio Judicial Nacional (El chipote), sistema carcelario de non gratos
recuerdos pasados y presentes, caracterizados por actos de tortura, sea física
o psicológica.
La noticia de la detención fue publicada la semana pasada, destacando el
aislamiento en que permanecía, sin asistencia legal ni consular. Ya con
referencias más completas se conoció que vino a Nicaragua en el mes de marzo de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Seguramente cuando optó
por hacer pasantía en nuestro país se imaginó a la Nicaragua Nicaragüita,
solidaria, como la recibida por Sandino en México.
Pero, ¿Cómo fueron esos meses de estadía en una empresa minera en
Nicaragua para motivar su decisión de irse sin avisar el 30 de mayo del año en
curso, dos días antes de su detención en el aeropuerto…? ¿Cuáles son las
razones de hecho y de derecho de su arresto? ¿Por qué los apremios ilegítimos,
la incomunicación? Sea cual sea el cargo imputado en contra del joven Torres
Becerra, ¿por qué lo acusaron a casi dos semanas de su detención?
Al respecto, es pertinente señalar que el artículo 33 de la Constitución
Política de Nicaragua dice: Nadie
puede ser sometido a detención o prisión arbitraria, ni ser privado de su
libertad, salvo por causas fijadas por la ley con arreglo a un procedimiento
legal. En consecuencia:
1) La detención sólo podrá efectuarse en virtud de
mandamiento escrito de juez competente o de las autoridades expresamente
facultades por la ley, salvo el caso de flagrante delito.
2) Todo
detenido tiene derecho:
2.1 A ser informado sin demora, en idioma o lengua que
comprenda y en forma detallada, de las causas de su detención y de la
acusación formulada en su contra; a que se informe de su detención por
parte de la Policía y él mismo a informar a su familia o a quien estime
conveniente; y también a ser tratado con el respeto debido a la dignidad
inherente al ser humano.
Por su parte el numeral 2.2 dice: A ser
puesto en libertad o a la orden de autoridad competente dentro del plazo
de las 48 horas posteriores a su detención. De la simple lectura y sin ser
abogados, podemos concluir que no hay detención sin causa legalmente
establecida. Entonces, la constitución y los derechos humanos se violentan cada vez
que una persona permanece detenida por más de 48 horas sin ser acusada y puesta
a la orden de la autoridad competente, para ser preciso ante un juez.
En el caso del mexicano Torres Becerra, la acusación fue puesta el
domingo 12 de junio y la audiencia preliminar ante un juez local fue ayer lunes
13 de junio. Conclusión: Fue acusado fuera del término y en violación a su
derecho y garantía, permaneciendo arrestado sin causa legal debidamente
establecida.
Pero, los operadores políticos que actuaron en ese enredo jurídico tratan
de componerla señalando que su detención se formalizó el día 10 de junio, otra
más de la serie de abusos cometidos en perjuicio de los derechos individuales
del detenido. Qué clase de cáscara o desfachatez afirmar que legalmente fue
detenido hasta el 10.
De dicha confesión podemos deducir que desde el 1 de junio entonces lo
tenían efectivamente secuestrado, porque el ciudadano mexicano NO tenía ninguna
causa legal o irregularidad migratoria que justificara la “retención”, que por
lo demás resulta repulsiva considerarlo retenido y casi que entretenido en
manos del Chipote.
La fiscal que lo acusó en conferencia de prensa hizo gala de los motivos
que habían dado lugar a ponerlo a la orden del juez bajo el cargo de simular su
desaparición para desprestigiar al gobierno de unidad y reconciliación,
aplicándole el artículo 473 del código penal que dice: “quien ante la autoridad competente
simule ser responsable o víctima de un delito, o denuncie uno inexistente y
provoque actuaciones de investigación o procesales, se le impondrá de cien a
doscientos días de multa”.
Como observamos, la pena es pecuniaria, de tal manera que no existe la
más mínima razón y proporcionalidad de su arresto prolongado, porque la
constitución lo prohíbe y la ley específica indica que no cabe prisión ni
preventiva ni definitiva. A petición de la fiscal el juez ordenó prisión
porque el acusado es extranjero, distinción que viola el derecho constitucional
y universal de no discriminación.
Ahora bien, si Torres Becerra abandonó el lugar de su pasantía sin
avisar… ¿Cómo es que “simuló su desaparición ante autoridad competente…? En
todo caso, si cometió una falta que movió a la diligente policía, ¿acaso ésta
no se constituyó en una real amenaza para la seguridad e integridad del
detenido arbitrariamente?
La negativa de permitirle asistencia legal y consular es otro derecho y
garantía violentado en perjuicio del detenido. Es más, se cuenta que fueron
otros mexicanos quienes informaron a su embajada de que el estudiante Torres
Becerra estaba en el chipote y fue hasta la audiencia de ayer que se conoció
que el consulado mexicano pudo ver al referido joven, irrespetando el Estado de
Nicaragua, la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares.
Para variar, el detenido fue presentado con señales de una evidente
golpiza minimizada por la fiscal quien manifestó que el mexicano Torres se
golpeó solo, se auto infligió las lesiones debido a su aflicción, a la angustia
que le causó haber mentido y provocado una tensión nacional e internacional.
O sea, estamos frente a un ciudadano que inventó una mentira para
desprestigiar al buen gobierno de los operadores políticos. El mexicano se
constituyó entonces en protagonista de un acto tan grave como fue ofender a un
gobierno honesto, honrado y que nunca nos ha mentido a los nicaragüenses, eso
sí es para una película de malvados y de mala calidad.
En caso de que fuera cierto todo lo que se dice por el Estado… ¿A dónde
está el acto de justicia?, pues el encierro con denegación de sus derechos, es
propio de una venganza y por la enrarecida historia del caso, en eso sí
coincidiríamos que los convierte en único y originales, por la cáscara, falta
de dignidad y vergüenza en la administración o manipulación de justicia.
Si existe un delito y de verdad muy serio, es el de detención ilegal, arbitraria,
prolongada e inconstitucional. Ah... Se presume tortura mientras no demuestren lo contrario.
Por si faltara algo… Está el teatro: Un cierre de caso donde el mexicano
ayer se declaró culpable, pues el cálculo de los operadores políticos es simplificar el clavo (problema) del gobierno de Nicaragua, para que no se siga hablando más y reducir
los costos de otra más, de una cadena de abusos, por desgracia ya común en
nuestro paisito.
Por imposición o por convicción, lo que tenemos de instituciones no
disimulan su orteguismo, el mismo que les impide realizar las debidas
diligencias de investigación para esclarecer una larga lista de verdaderos y graves
crímenes que permanecen en la impunidad. Se mueven y se conmueven en casos por
selección con discriminación.
Lo que nos debe quedar claro es que, sean mexicanos, ticos, italianos,
de cualquier nacionalidad, en Nicaragua nuestra constitución reconoce por igual
y sin discriminación los derechos humanos como los que fueron y son violentados
en perjuicio de Torres Becerra. Lo demás es pura si mula ción.
¡Derecho que no se defiende en Derecho que se pierde!
Gracias Gonzalo por recordarnos siempre con tus Blogs, con tu ejemplo que los Derechos Humanos son universales, que cada ser humano deberia de sentirse libre y protegido por esa carta magna dondequiera que se encuentre. Se te agradece la clase sobre Derecho que nos das, asi ya por lo menos sabemos que "algo" podemos alegar cuando nuestros derechos son violentados y pisoteados. El conocimiento da poder, gracias por el poder que nos das para defender nuestros derechos.
ResponderEliminarMuchas gracias Ambar, cuando escribí sobre el caso de este joven mexicano, me acordé de mis experiencias y malos tratos sufridos en varios aeropuertos, cuyos agentes migratorios y policias me han irrespetado por mi condición de extranjero. Lo que ha pasado al mexicano no lo quisiera para mí, por eso escribo como un mínimo gesto de compromiso, pasando la voz que tenemos derechos donde quiera que estemos.
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