A mi cuñado
Sergio Palacio Miranda In memoria
Sergio, hoy es tu fecha de nacimiento, estarías cumpliendo 61, como dice el dicho popular estaríamos celebrando con vos tus 61 abriles. Como siempre hay peros en la vida y ésta dispuso que tu corazón se detuviera a los 56. Hace casi 5 años partiste y nos dejaste tus imborrables huellas de un ser humano cabal: Esposo, padre, hermano, hijo, tío, cuñado y por supuesto médico y en todo, de tiempo completo.
Te conocí en los primeros años de los 80, cuando
estábamos en revolución, fue cuando tu hermana Scarlett y yo empezamos nuestra
relación que ahora acumula más de 30 años, con dos hijas maravillosas, dos de
tus sobrinas que más de alguna vez atendiste como médico y ya no se diga del
cariño permanente que les brindaste como su tío.
Como médico te recuerdo indicándonos para que a Paula
no le diéramos medicinas que le recetaban con diferentes nombres, vos decías:
esta no, esta tampoco porque son la misma que esta otra y obviamente también
ahorrábamos. Supongo que en tu consultorio no abundaba el recetario, no era tu
estilo y cuando teníamos algunos síntomas como gripe y otras nos decías que
como llegó se irían y nadie se murió por esos tus diagnósticos, por el
contrario evitaste que nos intoxicáramos de medicamentos, como hombre de
ciencia eras una fiera entregado al estudio y sobre todo brillaste en
conciencia.
Echo de menos tus carcajadas a no parar, cada vez que
nos reuníamos a jugar en la casa de tu mamá Haydee y tu papá Esteban, último
que se nos fue antes de tu partida, ahí nos juntábamos con tus hermanas Flor,
Celeste y Scarlett (sólo faltaba Ámbar que vive en la yunai hace casi 20 años).
Bueno, tus hermanas Martha Ligia y Lorena no participaron en esa jugadera y
jodedera de los viernes. En el caso de Lorena también tiene muchos años de
vivir en la yunai y a Martha nunca la sedujimos para que se sumara.
Durante las jugadas maestras y chinescas, no faltaban
los chistes a lo nica y también en alemán, pero no del Ex presidente que le
robó al país, sino del Alemán Georg Remy, tu cuñado quien era otro de los
expertos jugadores infaltables. En varias ocasiones llegó a jugar tu sobrino
Gabriel, hijo de Jazmine; el sobrino que se despidió después de concluir una
noche de record con golpes chinos, en una jugada que ninguno le igualó.
Tus carcajadas eran inimitables pero nos contagiabas
con solo oírtelas, yo gozaba cuando te contaba mis anécdotas o malos momentos
que sufrí varias veces en diversos aeropuertos y sobre las carreras de atleta
frustrado, porque casi siempre que corría llegaba entre los últimos y sólo le
ganaba a los que recogían las ambulancias porque se desmayaban, cómo reías vos
cuando les contaba a todos que alguna vez unos ciegos llegaron primero que yo,
evidenciando que la resistencia y la calidad está en el corazón y en la fe de
las personas.
Se me olvidaba otra de los tantos viernes, aquel que
por varios encuentros no parábamos de gozar y nos ca… de la risa… Fue cuando
Celeste, Scarlett, Tania y tu papa Esteban juraban que habían preparado un
plato rico de pescado que Celeste temprano compró en un supermercado, según
ella era un pez… sin leer que decía pe chuga de pollo y cuando se lo comieron
hasta sintieron el sabor a pescado y qué jodedera la que armamos.
Más de alguna vez te oí hablar sobre la felicidad,
concepto indeterminado que buscamos y construimos permanentemente, vos eras
único y recuerdo que hablabas de un autor De Mello, creo que fue un jesuita… En
fin no sólo te fundiste en los textos de medicina, le entraste bastante a la
literatura.
En tu juventud estuviste fugazmente por Italia,
estudiando, y luego no habías culminado tus estudios en León cuando conociste a
la que sería tu esposa Giselle con la que compartiste la dicha de todo el resto
de tu vida, con tres hijos: Giselle, Desiree y Marcel, a los que tuve el
privilegio de casar y de los que ya no pudiste conocer a tus nietos. Si
estuvieras con nosotros, habrías constatado tu mejor herencia.
Fuiste de los grandes, como maestro según entiendo hay
muchos que te recuerdan, la mediocridad no era parte de tu identidad.
Al finalizar tus días, la vida se fue apagando
lentamente y te llevo temprano en tu plenitud, lo que no se apagó fue la
intensidad de una luz que significó tu calidad personal y profesional. Un ser
humano de esos que no los vemos por montones o que poco conocemos.
La vida, no es como la queremos, de repente es injusta
porque a muchos de los buenos humanos se los lleva temprano.
Te recordamos y púchica como te extrañamos.
Tu cuñado
Gonzalo
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