jueves, 23 de marzo de 2017

Un día como hoy
A Guillermo Rodríguez (Joaquín el obrero)


23 de agosto de 1980. Imagen que conocí 20 años después

Un día como hoy, exactamente hace 37 años, miles de jóvenes, más bien una chavalada en multitud, partió en camiones cargados de emoción por una de las causas más hermosas y de sobrada razón hecha en Revolución: La gran Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA).

Nos constituimos en el EPA: Ejército Popular de Alfabetización, y de verdad que integramos un ejército, con la distinción que no llevamos ni portamos fusiles, sino lápices y cartillas, de esa historia se ha dicho y escrito hasta el infinito, por eso es la obra más recordada, su significado fue más allá de enseñar a leer y escribir. Fue la conexión del campo con la ciudad, independientemente de lo que sucedió después.

No hay otra obra social, cultural y educativa comparable con la CNA, por eso la recordamos, por eso está en nuestra memoria, por eso no olvidamos y diría que pasó a ser parte de la identidad e historia personal, fue un ideal traducido en una enorme acción. Y qué clase de acción. No obstante, la historia registra también los ataques de que se trató de un lavado de cerebro de la politización comunista, incluso fue “justificación" para el asesinato de brigadistas.

Con mi esposa, quien cumplió sus 15 años alfabetizando, e hijas recordamos la CNA como el gesto más hermoso en que nos involucramos en la década revolucionaria de los 80, es carta de presentación para la posteridad aunque no vivimos de la historia, es para la memoria, no se come pero nos alimentó mucho en dignidad.

En mi caso, tenía 19 años recién cumplidos, aunque había participado en la insurrección, no había un parangón con lo que hicimos pocos meses después con la alfabetización. Nunca había salido tantos meses fuera de mi casa, estaba acostumbrado al hogar de mi familia Carrión Maradiaga, quizá lo mismo sintieron mis hermanos, cuya mayoría también se movilizó en el EPA.

Me tocó viajar a El Rama, región central del país, un recorrido de 300 kilómetros en aquellos años la carretera no estaba como la de hoy pero el cansancio o la fatiga fue superado por el entusiasmo de lo que nos movía y motivó tanto… Por supuesto me deslumbró el campo, la naturaleza y su gente, y cómo no me iban a deslumbrar los ríos, El Siquia que tantas veces recorrí, que con El Mico y El Rama desembocan para convertirse en El Escondido, que conduce a montones de comunidades y lo lleva también a Bluefields.

Conocí entonces a decenas de muchachas y muchachos, hablar de todos es para otro espacio de los recuerdos y la reflexión, por ahora quiero traer a la memoria al obrero Guillermo Rodríguez, a quien conocí en una comarca (La Concha) ubicada cerca del municipio, estaba con unos chavalitos originarios del lugar, varios de ellos estudiaban en el INTECNA de Granada. 

En ese tiempo Guillermo me compartió que su participación en calidad de brigadista obedecía a una sanción producto de un rollo en el que participaron varios cuadros nacionales de la JS 19 J. ¿Una sanción le pregunté…?, como dirían los chavalos de ahora: Wow…!!! Qué honor el haber sido brigadista para el obrero, él así lo decía, aunque me contaba arrecho sobre la medida disciplinaria, él venía de la escuela guerrillera y sabía de qué jodido se trataba.

En una de las tantas arengas que acostumbraba en ese entonces, lo oí hablándole a sus hermanos brigadistas de comarca, para animarlos a que se mantuvieran alfabetizando y que no desertaran, les decía: Cuando ustedes estén grandes (mayores o viejos) ¿qué le van a contar a sus hijos y a sus nietos si éstos le preguntan papá, abuelo, participaste en la alfabetización…? Y él mismo se respondía Sí… y lo diránnn con orguuullo (El obrero le daba una entonación propia a su chaguite).

También me contó y les contó a los otros chavalos que había tenido una novia, que la describía muy linda y que por sus diferencias de clase fue un amor imposible, lo recuerdo como si me lo contara ahorita, eso lo expresaba con una emoción, él ya era mayor que todos los que ahí andábamos. Era tremendo hablando de la lucha de clases, no fue casual que le llamaran más como el obrero que por su nombre. Después asumió responsabilidades en el municipio, dada su trayectoria en la lucha para derrocar al somocismo.

Murió recientemente, siempre lo vi como un activista anti dictadura como la que padecemos ahora con la nueva dinastía. Murió como lo conocí en aquellos años, en la sencillez de la pobreza económica, no conocí señalamientos en su contra de que se haya enriquecido ni aprovechado de su historia personal caracterizada por la entrega y compromiso, vivió la revolución no sólo de la boca para afuera, fue de acción y de rebeldía permanente.   

Sobre la Cruzada podemos decir y escribir montones de artículos, mejor dicho ya se han hecho montonones, entre los alfabetizados encontramos muchos testimonios más los miles presentados y contados por los brigadistas. Las composiciones del canto popular no se hicieron esperar, hay CD completos y hasta tienen un ritmo pegajoso como esa de Luis Enrique Mejía Godoy: “…Convirtiendo la oscurana en claridad josefana va por la costa va… Arri tin tin!!!   

En otra oportunidad compartiré sobre mis experiencias en los extensos recorridos por río o a pié para visitar a los y las brigadistas de 4 Esquina, El Tomate, Griselda, Monte Rosa, San Valentín y Angostura. Esperemos que el paso del tiempo y el peso del Alzheimer no nos marchiten la memoria. Ésta conserva aquellas experiencias de la vida, en esos meses, como cuando me perdí más de una vez, o aquella cuando el campesino Don Isidro me sacó el tórsalo que una mosca sembró en uno de mis puños. 

Y, hablando de memoria, una lástima que el antiguo museo nacido de esa monumental obra educativa y social haya sido blanco de la intolerancia del ministro de educación de los 90. Ojalá que el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica de la UCA pudiera relanzar el proyecto que reunía parte de la memoria de la CNA.

Dos recuerdos de personajes extraordinarios. Recién estaba llegando a la primera comarca sobre el Río Siquia (Muelle Real), ubicando a las primeras escuadras de brigadistas, cuando escuchamos el piripipi de una emisora que daba cuenta sobre el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, de quien tiempo después conoceríamos mucho más.

El otro recuerdo es sobre el Padre Fernando Cardenal, lo conocí personalmente, y la primera vez que lo vi fue en el acto de clausura de la alfabetización que realizamos en El Rama, ahí vi también por primera vez a Luis Enrique Mejía Godoy, con sus canciones nos hizo mover el esqueleto. Sobre esos personajes, ustedes conocen mucho más que yo.

Ahora, 37 después, entre mis amigos con quien me trato como hermano hay varios que participaron en la alfabetización, a todos ellos mis felicitaciones, especialmente porque seguimos en lucha para vivir en libertad y sin miedo.

Quien diría… queda mucho por hacer en materia de educación, incluso enseñar a leer y escribir.

El EPA y la CNA, en nuestra memoria y como parte indisoluble de la historia.


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