domingo, 8 de octubre de 2017

Vulnerabilidad, solidaridad y responsabilidad


 Inundaciones en Nandaime- La Prensa/J. Silva

Con los recientes aguaceros, sin el nivel de huracanes, nuestra vulnerabilidad de país quedó al descubierto, qué frágil e indefensos somos… La furia devastadora de la combinación de los fenómenos climáticos, evidencian también desafíos para nuestra sociedad y el Estado.

Los impactos y consecuencias que sufren directamente miles de habitantes de nuestro país, se cuentan con vidas humanas perdidas (hasta ahora 16) y destrucción de sus bienes materiales, además de los bienes comunitarios y la infraestructura en carreteras y otros.

Según las noticias Rivas (Sur de Nicaragua) es uno de los departamentos más golpeados, pero las imágenes de comunidades, barrios y carreteras inundadas con ríos desbordados son casi la mitad o más de nuestro país (153 municipios tiene Nicaragua). Para los municipios que tienen décadas de estar entre los más pobres, el daño no puede ser peor.

En razón del actual estado de necesidad, surgen diversas expresiones de cariño y solidaridad, aunque ésta palabra ha estado sometida al monopolio del poder. Con mi esposa e hijas, ayer sábado nos presentamos a la Cruz Roja de Belmonte en Managua donde decenas de personas desarrollan un voluntariado recibiendo y acopiando las donaciones.

Con entusiasmo nos recibieron y explicaron que hoy domingo llevan el primer gesto solidario y humanitario a los rivenses mientras las filiales hacen lo propio con los damnificados locales. En el centro de acopio está una lista de necesidades, de urgencias.

Con mi familia llevamos agua embotellada, es la necesidad y urgencia que aparece de primero en dicha lista, dado que hay serios problemas para el consumo del vital líquido por la devastación.

Entonces, estamos en tiempo de mucha calamidad, ante la cual urge responder con solidaridad. No creo que el régimen repita los atropellos que le han caracterizado en los últimos 10 años de ser ellos quienes centralicen y canalicen los sentimientos y expresiones sociales, puesto que el amor y el cariño no admiten embotellamiento estatal. Hacerlo otra vez, caerían requetemal.

Eso sí, a la solidaridad no podemos dejarla sola, es tiempo de AHORA o NUNCA de asumir con mayor responsabilidad los mensajes de tanta destrucción, en buena medida son señales de devolución de lo que estamos haciendo.

En casi 14 años de habitar donde vivo con mi familia, por primera vez hubo crecida del nivel del agua e inundaciones a mis vecinos, es lo que pasó también en Centros comerciales, un hospital recién estrenado, calles y avenidas, carros atrapados, son muchos los lugares impactados directamente y por primera vez, quizá muchos dirían que tenían una construcción segura y que eso no les pasaría. A los mejores arquitectos e ingenieros se les inundaron sus obras.

Oyendo y leyendo las opiniones de los que saben y viéndola venir de cerca, los desastres se deducen de una combinación de factores que van de lo grande (cambio climático) hasta nuestro nivel y conducta frente al planeta y entorno que habitamos.

Hay diferentes niveles de responsabilidad, nuestra actitud individual, comunitaria y estatal están sometida a prueba. Managua y sus desagües taqueados, causes rebasados, se veía reducida y superada por tanta agua en tan corto tiempo.

La basura que no ponemos en su lugar, creo que afecta y es factor y actitud negativa que nos hace ganador de cochinos. No obstante, no hay que ser expertos para considerar que esa irresponsabilidad social no es la determinante de las inundaciones, pues ésta se combina con la venida de corrientes de agua más violentas.

Es obvio que la multiplicación de la población y de las ciudades, trae aparejado la destrucción de nuestro entorno. Por ende no es justo pasar cuentas  centrados en el tema de la basura. Los depredadores de nuestros bosques con un Estado cómplice tienen mucha responsabilidad. 



 La Prensa/J. Flores

El tratamiento estatal a esta grave problemática ha sido incoherente y en violación a los derechos humanos fundamentales de la población en particular a la gente más vulnerable. Vale destacar que los actuales aguaceros se llevan en el saco a moros y cristianos, a palmados y a los de billetes.

Total aquí y allá, estamos en un ahora o nunca. Solidaridad y responsabilidad es urgente y con un Estado que no sólo exhiba su poder para abusar de los derechos sino para gobernar con visión de largo plazo. En ese sentido, tienen que poner en la balanza los intereses económicos de un reducido grupo y los de la mayoría de la población que carece de protección.

A propósito, en medio del desastre no cesan en su propaganda partidaria, no respetan el dolor de la gente humilde, a quienes con el agua hasta el cuello les repiten el mensaje de que actúan por orientación del comandante y la compañera. Una pareja a quienes casi nadie los ve en persona y que proyectan como Dioses, salvadores de sus desgracias.

Huracán... No hermanito, si así fuera que nos agarre confesados.


En todo caso, la solidaridad es patrimonio de la humanidad.

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