sábado, 25 de noviembre de 2017

Entreguen los cadáveres de los niños asesinados
Acá en Managua me siento protegida… Allá en la montaña el Ejército anda bravísimo, me come… ELEA VALLE madre de los niños asesinados por el Ejército de Nicaragua el pasado 12 de noviembre

Elea Valle, denunciando ante el CENIDH

Francisco Alexander y Yojeisel Elizabeth Pérez Valle, de 12 y 16 años, eran los hijos de la campesina Elea Valle. Ambos niños querían ver a su papá Francisco Pérez, quien según testimonio de Elea se alzó en armas hace dos años porque no aguantó tanta persecución del Ejército. Con su esposo y sus cinco hijos, se desplazó más de una vez para evadir la persecución hasta que él se unió a su hermano Rafael que ya estaba alzado.

Los niños Francisco y Yojeisel pretendían estudiar en 2018, caminaron más de un día entre la montaña para encontrarse con su padre, lo pudieron ver, como era muy tarde se quedaron a dormir, le contaron a su mamá que se regocijaron porque se encontraron y le pidieron dinero para los útiles y entrar a clases, aunque en aquella lejanía las escuelas no abundan y menos de calidad.

Aunque vivieron y sufrieron la presión y la represión narrada por su madre, con su infancia no esperaban malas sorpresas, menos de parte de los agentes del “orden y la tranquilidad pública”, que va... Una tropa especial del Ejército preparada para el asalto, les cayó de madrugada, era domingo 12 de este noviembre, el trueno de los fusiles Aks les privó de todos sus deseos, les arrebató sus sueños, les quitó la vida, los demás derechos e ilusiones no cuentan más, incluso ni el derecho de su madre, a enterrarlos en el cementerio a su alcance.

Todos muertos ni un herido

Un parte militar dio cuenta de una operación exitosa, un impecable e implacable golpe de mano cuyo resultado fue...Todos muertos ni un herido. El victorioso jefe militar declaró que todos eran delincuentes comunes, peligrosos, asesinos, violadores y cualquier calificativo que nos hiciera creer que estaban bien muertos, porque eran seis elementos malos, seis menos en el planeta. Según el jefe militar la gente de esos lugares estaba feliz por esa operación de exterminio y limpieza.

Siendo así, cavar un hoyo, una fosa para tirar a todos los “eliminados”, sin registrar siquiera sus nombres no habría ningún problema, total nadie reclamaría a esos seres que el parte militar no considera personas con derechos. La fosa era para enterrar la verdad: Cómo murieron, si realmente hubo combate, cuántos disparos recibieron e hicieron… Todas las preguntas quedarían ocultas con esa manera inhumana de enterrarlos.

Sin registrar sus nombres y en un solo hoyo para enterrar la verdad

Más no esperaban el testimonio revelador y la valentía de una campesina, Elea Valle es su nombre, ella alzó su voz y estremeció todo el territorio nacional, superando obstáculos y a riesgo de su propia vida viajó centenares de kilómetros y llegó a Managua, para denunciar que entre los muertos, asesinados o ejecutados están sus dos hijos, niño y niña de acuerdo a la Convención de la niñez de la ONU. La verdad enterrada emerge de la fosa y por esa voz de ciudadanía campesina comenzamos a conocer parte de la verdad, o mejor dicho agarrando en la mentira a sus ejecutores.

El estruendo horrendo de los fusiles no logró apagar todas las voces, ahora quedan más al desnudo, los conocemos mejor gracias a Elea, a esa ciudadana campesina. Hace 13 días los mataron, desde que ella habló los ejecutores y sus cómplices callaron, así lo han hecho varias veces, se les vino abajo su cuento, se les desarticuló el golpe de imagen.

No demostraron de previo que los 6 “delincuentes eliminados” eran violadores, asesinos y cualquier delito más, en palabras más apropiadas y en base a la declaración oficial, primero los mataron y solo ellos saben cómo, después de la múltiple ejecución exhibirán las pruebas.

Haciendo un recuento entonces, entre los “peligrosos delincuentes” estaban los dos niños y una joven que no pasaba de los 20. Los militares, de acuerdo a su reporte dieron por hecho que su misión fue cumplida y a lo mejor hubo condecoraciones con medallas que ya no alcanzan en sus uniformes.

El Ejército usurpa funciones de una policía que no cumple con su misión constitucional

Es importante tener presente que desde hace varios años, el Ejercito que funciona en Nicaragua, NO tiene facultades para hacer de policía, por ello no es casual que cuando operan en persecución de “delincuentes”, el uso de sus mortales fusiles de guerra haya dejado una larga lista de ejecutados.

Cada vez que matan a una persona, sea cual sea el adjetivo que le pongan después, debemos de presumir que se ha violentado el derecho a la vida, mientras los militares no demuestren lo contrario. Por supuesto, no corresponde a los familiares de los “eliminados” demostrar inocencia alguna. Lo que anda haciendo el Ejército en contra de la vida y la seguridad de las personas es arbitrario e inconstitucional.

Después del abuso de poder y las graves violaciones a los derechos humanos… El silencio

La estrategia de silencio de los ejecutores y sus colegas operadores de " justicia " no es extraña cada vez que han matado en similares circunstancias, ahora ese silencio no le es suficiente, aunque y ojo, a lo mejor aparecen con expedientes de los sentenciados sin juicios y llevados a la muerte.

Los únicos que han hablado para sumar mentiras son unos innombrables francotiradores que se auto llaman buenos hijos de Nicaragua, políticos profesionales con perchas llenas de diferentes uniformes partidarios y actualmente más orteguista que la compañera vice.

Que entreguen los cadáveres de los niños y se haga Justicia

La campesina Elea Valle sólo pide justicia y que a lo inmediato le entreguen los cadáveres de sus niños. Cómo hará el Ejército para resolver esa petición, como hará el Estado que tanto habla de restitución... Seguro están planeando cómo salirse de estas graves violaciones a los derechos humanos.

Mientras tanto, el sonido de la voz campesina estremeció nuestras conciencias y es un hecho que ya no somos los mismos, nuestro compromiso con la vida, el derecho a la verdad y la justicia adquirió más energía, en adelante el desafío es elevar de calle la ciudadanía.

Si algo les queda de decencia y humanismo, entreguen de inmediato los cadáveres de esos niños y por supuesto respondan con una investigación creíble que determine todas las responsabilidades.

Nicaragua y su pueblo no merecen otra respuesta, la impunidad nos hace mucho daño.


Todos los derechos para todos y todas, para vivir en libertad y sin miedo.

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