Entreguen los cadáveres de los niños asesinados
Acá en Managua me siento protegida… Allá en la montaña el Ejército anda bravísimo, me come… ELEA VALLE madre de los niños asesinados por el Ejército de Nicaragua el pasado 12 de noviembre
Acá en Managua me siento protegida… Allá en la montaña el Ejército anda bravísimo, me come… ELEA VALLE madre de los niños asesinados por el Ejército de Nicaragua el pasado 12 de noviembre
Elea Valle, denunciando ante el CENIDH
Francisco Alexander y Yojeisel
Elizabeth Pérez Valle, de 12 y 16 años, eran los hijos de la
campesina Elea Valle. Ambos niños querían ver a su papá Francisco Pérez, quien
según testimonio de Elea se alzó en armas hace dos años porque no aguantó tanta
persecución del Ejército. Con su esposo y sus cinco hijos, se desplazó más
de una vez para evadir la persecución hasta que él se unió a su hermano Rafael
que ya estaba alzado.
Los niños Francisco y
Yojeisel pretendían estudiar en 2018, caminaron más de un día entre la montaña
para encontrarse con su padre, lo pudieron ver, como era muy tarde se quedaron
a dormir, le contaron a su mamá que se regocijaron porque se encontraron y le
pidieron dinero para los útiles y entrar a clases, aunque en aquella lejanía
las escuelas no abundan y menos de calidad.
Aunque vivieron y sufrieron
la presión y la represión narrada por su madre, con su infancia no esperaban
malas sorpresas, menos de parte de los agentes del “orden y la tranquilidad
pública”, que va... Una tropa especial del Ejército preparada para el asalto,
les cayó de madrugada, era domingo 12 de este noviembre, el trueno de los
fusiles Aks les privó de todos sus deseos, les arrebató sus sueños, les quitó
la vida, los demás derechos e ilusiones no cuentan más, incluso ni el derecho de
su madre, a enterrarlos en el cementerio a su alcance.
Todos muertos ni un herido
Un parte militar dio cuenta
de una operación exitosa, un impecable e implacable golpe de mano cuyo
resultado fue...Todos muertos ni un herido. El victorioso jefe militar declaró
que todos eran delincuentes comunes, peligrosos, asesinos, violadores y
cualquier calificativo que nos hiciera creer que estaban bien muertos, porque
eran seis elementos malos, seis menos en el planeta. Según el jefe militar la
gente de esos lugares estaba feliz por esa operación de exterminio y limpieza.
Siendo así, cavar un hoyo,
una fosa para tirar a todos los “eliminados”, sin registrar siquiera sus
nombres no habría ningún problema, total nadie reclamaría a esos seres que el
parte militar no considera personas con derechos. La fosa era para enterrar la
verdad: Cómo murieron, si realmente hubo combate, cuántos disparos recibieron e
hicieron… Todas las preguntas quedarían ocultas con esa manera inhumana de
enterrarlos.
Sin registrar sus nombres y en un solo hoyo
para enterrar la verdad
Más no esperaban el
testimonio revelador y la valentía de una campesina, Elea Valle es su nombre, ella
alzó su voz y estremeció todo el territorio nacional, superando obstáculos y a
riesgo de su propia vida viajó centenares de kilómetros y llegó a Managua, para
denunciar que entre los muertos, asesinados o ejecutados están sus dos hijos,
niño y niña de acuerdo a la Convención de la niñez de la ONU. La verdad
enterrada emerge de la fosa y por esa voz de ciudadanía campesina comenzamos a
conocer parte de la verdad, o mejor dicho agarrando en la mentira a sus
ejecutores.
El estruendo horrendo de los
fusiles no logró apagar todas las voces, ahora quedan más al desnudo, los
conocemos mejor gracias a Elea, a esa ciudadana campesina. Hace 13 días los
mataron, desde que ella habló los ejecutores y sus cómplices callaron, así lo
han hecho varias veces, se les vino abajo su cuento, se les desarticuló el
golpe de imagen.
No demostraron de previo que
los 6 “delincuentes eliminados” eran violadores, asesinos y cualquier delito
más, en palabras más apropiadas y en base a la declaración oficial, primero los
mataron y solo ellos saben cómo, después de la múltiple ejecución exhibirán las
pruebas.
Haciendo un recuento
entonces, entre los “peligrosos delincuentes” estaban los dos niños y una joven
que no pasaba de los 20. Los militares, de acuerdo a su reporte dieron por
hecho que su misión fue cumplida y a lo mejor hubo condecoraciones con medallas
que ya no alcanzan en sus uniformes.
El Ejército usurpa funciones de una policía que
no cumple con su misión constitucional
Es importante tener presente
que desde hace varios años, el Ejercito que funciona en Nicaragua, NO tiene
facultades para hacer de policía, por ello no es casual que cuando operan en
persecución de “delincuentes”, el uso de sus mortales fusiles de guerra haya
dejado una larga lista de ejecutados.
Cada vez que matan a una
persona, sea cual sea el adjetivo que le pongan después, debemos de presumir
que se ha violentado el derecho a la vida, mientras los militares no demuestren
lo contrario. Por supuesto, no corresponde a los familiares de los “eliminados”
demostrar inocencia alguna. Lo que anda haciendo el Ejército en contra de la
vida y la seguridad de las personas es arbitrario e inconstitucional.
Después del abuso de poder y las graves
violaciones a los derechos humanos… El silencio
La estrategia de silencio de
los ejecutores y sus colegas operadores de " justicia " no es extraña
cada vez que han matado en similares circunstancias, ahora ese silencio no le
es suficiente, aunque y ojo, a lo mejor aparecen con expedientes de los sentenciados
sin juicios y llevados a la muerte.
Los únicos que han hablado
para sumar mentiras son unos innombrables francotiradores que se auto llaman
buenos hijos de Nicaragua, políticos profesionales con perchas llenas de
diferentes uniformes partidarios y actualmente más orteguista que la compañera
vice.
Que entreguen los cadáveres de los niños y se
haga Justicia
La campesina Elea Valle sólo
pide justicia y que a lo inmediato le entreguen los cadáveres de sus niños.
Cómo hará el Ejército para resolver esa petición, como hará el Estado que tanto
habla de restitución... Seguro están planeando cómo salirse de estas graves
violaciones a los derechos humanos.
Mientras tanto, el sonido de
la voz campesina estremeció nuestras conciencias y es un hecho que ya no somos
los mismos, nuestro compromiso con la vida, el derecho a la verdad y la
justicia adquirió más energía, en adelante el desafío es elevar de calle la
ciudadanía.
Si algo les queda de
decencia y humanismo, entreguen de inmediato los cadáveres de esos niños y por
supuesto respondan con una investigación creíble que determine todas las
responsabilidades.
Nicaragua y su pueblo no
merecen otra respuesta, la impunidad nos hace mucho daño.
Todos los derechos para
todos y todas, para vivir en libertad y sin miedo.
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