lunes, 16 de abril de 2018



Incendio, ciudadanía, represión y rotondeo

Las diversas reservas como Bosawas e Indio Maíz y todos nuestros bosques, son: clima, oxígeno, biodiversidad, en fin, pulmones de nuestro mundo y es un privilegio que estén en Nicaragua y aun contemos con ellas, porque desde hace años sufren, fundamentalmente, por la actividad humana o inhumana, lo que trae consecuencias que no asumimos ni asimilamos, porque somos de la creencia de que no pasa nada y que la vida continúa.

Por su riqueza resultan atractivas para los explotadores de las industrias extractivas. No solo el fuego las devora y las responsabilidades son por acción o por omisión. En medio de supuestas prohibiciones o vedas forestales, los camiones desfilan con la madera preciosa y en la misma proporción de las áreas desoladas se extiende la frontera agrícola.

Irresponsables en la prevención
El grito de las reservas Bosawas e Indio Maíz, así como de los bosques de pinos y otros, expresado por los pueblos indígenas y comunidades de esos territorios, no ha tenido eco como corresponde de parte de un Estado y gobierno indolente.

Unas cuantas familias se enriquecen, pronto estarán entre el selecto club de los millonarios, mientras tanto en papel que aguanta todo, la Constitución nos habla de la pacha mama, pero en la realidad quienes destacan por su maldad destructiva son unos mata mama. Sea mediante el fuego o el despale indiscriminado, estamos devorando el presente y futuro.

Campeones de la represión
Nada que ver con la prevención, eso sí son campeones para la represión. Por eso de nuevo el rotondeo, buses en el acarreo de jóvenes y adolescentes uniformados, motorizados que se movilizan impunemente armados; escoltados por centenares de policías que para prevenir la delincuencia común en los barrios responden no tener para el combustible. Eso es policía política, policía partidaria.

Así, mientras los bosques son devorados por el fuego, jóvenes ejerciendo ciudadanía son atacados por las fuerzas combinadas de la policía y los otros uniformados con el manto de la impunidad criminal consentida y promovida por el Estado.

Los señores y señoras del poder, le temen a la libertad. Las voces se comienzan a sentir mucho más, con mucha juventud sobre todo, una lección para los incrédulos que cuestionan que la expresión solo es en las redes.

Los de arriba, los abusadores del poder, solo tienen como respuesta la represión. Es lo que vimos en la UCA, sobre carretera a Masaya, es lo que sucedió en otras ciudades. Centenares ejerciendo ciudadanía, la mayoría con sus propios esfuerzos, nada que ver con los movilizados por el poder.

La libre circulación restringida, los abusos del poder se empeoran cuando la movilización es para el ejercicio de ciudadanía, por eso el registro vehicular con amenazas de quitar licencias y multar a conductores que trasladan a voces ciudadanas que exigen derechos frente un Estado represivo.

No permitieron aproximarse en dirección a la reserva Indio Maíz, mientras menos se conocieran los alcances de la tragedia, mejor. La Ley de Seguridad Soberana garantiza ese Estado de Excepción y a la detención de nacionales y extranjeros le llaman retención, o medida de protección; así quieren que les creamos sobre lo acontecido en el fuego devorador.

Nos informan lo que quieren y cuando quieren y sin derecho a verificación, preguntar o cuestionar es cuasi delito para estos abusadores del poder que nos desgobiernan desde hace más de 11 años.   

Persiguen a la Fundación del Río que, con los del gobierno territorial, nos alertaron del incendio. Ni delito ni pecado el que nos hayan avisado. Pero, como en las tragedias no dejan de haber comedias, un diputado del “gobierno más honrado” les gritó ladrones “porque andan pidiendo dinero”.

El cinismo se hace sentir porque en Nicaragua ya perdimos la noción sobre la rendición de cuenta de todas las instituciones del Estado a la que pertenece el honorable diputado. El colmo de la corruptela, pasa la cuenta a los de la Fundación y me consta que les negaron su derecho de apelación, con el “argumento” de que la señora arbitrariedad y el señor de los abusos ya habían dicho la última palabra: Condenarlos y sin derecho a queja.

A  los verdaderos delincuentes que le pegan fuego a nuestros bosques, los apañan con el silencio, ni los capturan ni los procesan, cuando lo hacen es para el remedo de justicia y por supuesto nunca contra los grandes, ni los bien conectados al poder que viola con sus cómplices los derechos humanos del pueblo.

Agreden, detienen y persiguen a jóvenes que alzan su voz en diferentes ciudades y comunidades,  los todopoderosos de arriba sienten que el fuego que encendieron y no apagan les llega, por eso nos echan a los de abajo que escuchan la verborrea del diputado entarimado.

Empleados del Estado, adolescentes y jóvenes continúan en las rotondas, con policías y motorizados bien resguardados. Temen que alguien osado haga pinta en alguno de esos mastodontes de rosado.

El clima se agita, el fuego sube la temperatura, aunque los de arriba están con aire acondicionado. Están chiva, a falta de razón, la represión. Y, como la corrupción no tiene cómo persuadir, buscan en otro lugar el delito. 

Aumentan la represión… Sienten algo de presión, porque la ciudadanía se multiplica, voces gritando derechos y libertad. Dicen que ya apagaron el incendio, aplausos a los que lo hicieron pues seguramente corrieron mucho riesgo. 

Todos perdimos, aunque los inimitables celebran “porque ganamos Indio Maíz”, !Qué cáscara! es el cinismo inimitable.

El clima está caliente, se vuelve más insolente cuando no hay árboles sino latas con miles luces fluorescentes.      

Incendio, ciudadanía, represión y rotondeo… Ante la ciudadanía que alza la voz,  ¡que chivas los veo!


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