Nicaragua Nicaragüita
Aquel 18 de abril que
cambió nuestra historia
Se cumplieron 7 meses y medio del inicio de la inesperada
rebelión, provocada por los sistemáticos abusos de la tiranía y la opresión. Desde
entonces, la represión se intensificó y la dignidad de todo un pueblo no se
hizo esperar. Las expresiones de solidaridad y calidad humana han sido inmensas,
aun en medio del dolor causado por la barbarie y el terror que representa la
dictadura Ortega Murillo. El 18 de diciembre se cumplen 8 meses de aquel 18 que
cambió todo y estremeció para siempre a Nicaragua.
Han sido 7 meses y medio de Estado de terror y de terrorismo
de Estado. Las dolorosas consecuencias son tan visibles que trascendieron
nuestras fronteras: Más de 300 familias han perdido a sus seres queridos, sea
por el asesinato o la ejecución que constituyen crímenes de Estado, diversas
masacres testimonian crímenes de lesa humanidad.
Al menos 20 son menores de 18 años, incluyendo recién
nacidos, entre esos niños Alvarito Conrado de 15 años de edad, quien antes de
morir dijo que le dolía respirar, estremeciendo nuestras conciencias. Entre las
víctimas mortales hay 13 mujeres, 22 policías. La dictadura Ortega Murillo es
la responsable de las graves violaciones a los derechos humanos.
Todavía no conocemos con certeza la totalidad de los muertos,
duele decirlo pero así es. El poder ilegítimo de una familia y su afán de
seguir desgobernando como una dictadura a costa de sangre y fuego, es lo que
mantiene a todo un pueblo con el sufrimiento por la pérdida de sus hijos En
un derramamiento de sangre como si se tratara de una guerra, es el poder de las
armas que trata como enemigo a todo un pueblo desarmado y hastiado de tantos
abusos.
Miles han pasado por las tenebrosas celdas policiales,
particularmente por las del nefasto e inhumano centro de tortura El Chipote.
Más de 600 presos y presas políticas permanecen aún, arbitraria e
inconstitucionalmente detenidas, la mayoría en el Sistema Penitenciario de
Tipitapa y en el centro de mujeres, cínicamente llamado La Esperanza.
Si no fuera por la calidad e integridad de los y las presas,
su encierro sería para quebrarlos y para que salgan desbaratados ante la
sociedad, los verdugos no han podido con esas personas, aunque les hacen de
todo, en maldad nadie compite con los carceleros y discípulos de la dictadura,
aunque conocemos que hay excepciones, ojalá se multipliquen y que den la cara
desconociendo a su supremo empleador, el dictador.
Después de más de 7 meses, la dictadura familiar se proclama
victoriosa y que todo ha vuelto a la normalidad y llenan de luces para celebrar
navidad. Mientras dicen que pudo más el amor que el odio, su acción y brutal persecución
los desmiente; saben que la resistencia está agazapada, contenida no
extinguida, acaso interrumpida por la intensidad del terror, de qué otra manera
entender la ocupación armadas de nuestras comunidades, ciudades y principales
calles…
La tiranía y la opresión, la misma que se encargó de atizar
la rebelión de todo un pueblo, pretende desmovilizarlo, silenciando las voces
del periodismo independiente, de los obispos y sacerdotes y de la ciudadanía
que exige libertad, justicia y democracia, para imponernos la normalidad del
oprobio, del crimen, del odio, del olvido y de la impunidad.
Hasta ahora, después de 230 días de aquel histórico 18 de
abril, los presos son todos hijos del pueblo, no hay entre ellos ni un solo
policía ni tampoco paramilitares, llamados de cualquier manera por el tirano
hasta emplantillarlos como policías voluntarios. Los únicos policías presos son
los que se resistieron a seguir reprimiendo y matando al pueblo.
El único paramilitar que se supone cumple condena, es el que
se declaró como único responsable del
asesinato de la estudiante brasileña. Sobre este crimen, no nos contaron la
verdad, solamente simularon que se hizo justicia, a puertas cerradas. En la
misma proporción de los crímenes, los máximos responsables han mantenido un
relato lleno de mentiras, negando y apostando al olvido.
Después de estos meses de increíble resistencia, los verdugos
y criminales del Estado declaran estar preparados para otra etapa de una guerra
que solo en su mente existe. Es la continuación del terror y en su evidente
ruina moral exhiben sus fusiles de guerra con caras pintadas y con una cara de
barro, tratando como enemigo a todo un pueblo que les gritó duro y firme, que son
indeseables, porque ningún criminal tiene derecho a gobernar.
Todos estos meses no han sido fáciles, con emociones de todo
tipo, sin que el pueblo haya podido desahogarse plenamente por sus muertos, por
sus desaparecidos, por los ausentes obligados a un exilio difícil, por los
presos y presas políticas. La historia será contada no por los poderosos,
criminales y mentirosos.
Las páginas dignas, gloriosas y de heroísmo están reservadas
para todo un pueblo desarmado que derrotará para siempre a los responsables de
todos los crímenes cometidos en estos tiempos.
El pueblo, Nicaragua Nicaragüita
VENCERÁ
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