Injerencia, Soberanía
e Hipocresía
La independencia, autodeterminación, la soberanía, la democracia
y el derecho a la paz son, entre otros muchos, derechos de los pueblos; y
cuando los derechos humanos son violados por la tiranía y la opresión… Existe
el supremo recurso a la rebelión.
No hay duda que los asuntos internos deben ser
atendidos y resueltos principalmente por los pueblos, mediante mecanismos que garanticen la vigencia de sus derechos. No
obstante, la realización de los derechos humanos tiene un orden jurídico
interno y otro internacional. En ese sentido, la soberanía como derecho de los
pueblos, no tiene un carácter absoluto, no se expresa ni reduce en su ámbito
territorial con la delimitación de fronteras.
La ciudadanía tiene un carácter universal que los
estados no entienden o no atienden, por eso oponen muros contra sus propios
ciudadanos y contra los indocumentados, por eso la frontera militarizada con
represión criminal a migrantes indefensos.
Precisamente en el ejercicio de su soberanía los
estados son parte del Derecho Internacional, en particular del Derecho
Internacional de los Derechos Humanos, así adquieren obligaciones
internacionales, cuya expresión fundamental es el respeto de los derechos de su
población sin discriminación, caso contrario los estados pueden ser demandados
internacionalmente por violar derechos humanos, sea ante mecanismos de la ONU o
haciendo uso del sistema interamericano de los derechos humanos (CIDH y Corte).
Ahí se expresa el carácter relativo de la soberanía.
En este orden de ideas, en la mayoría de las
constituciones del mundo, los países se definen como Estado Constitucional y de
Derecho, con gobiernos democráticos. Ahora bien, una cosa es la definición
formal o escrita y otra la realidad, por lo cual no es extraño que hayan
cantidades de estados con sistemáticas violaciones a los derechos humanos,
Nicaragua no es la excepción, aunque haya algo de restitución... Con
garrotazos.
Cuando leemos la Constitución Política de Nicaragua,
observamos los Principios Fundamentales y la definición de Estado, donde se
señalan conceptos como los enunciados en el título de la presente opinión;
incluye también la lucha por un orden internacional justo en oposición a la
opresión colonialista e imperial.
Nuestra Constitución establece y reconoce los derechos, deberes y garantías del pueblo nicaragüense; igualmente se determina la organización del Estado, las facultades de las diferentes instituciones, cuyo poder y límite está en el respeto a los derechos humanos de la población (individuales y colectivos).
En varios artículos constitucionales podemos ver
referencias a instrumentos internacionales de derechos humanos. Por ejemplo el
artículo 46 señala que en el territorio nacional toda persona goza de
protección estatal y del reconocimiento de los derechos inherentes a la persona
humana. Así como la plena vigencia de los derechos consignados en la
Declaración Universal, el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos, Convención Americana, etc.; obligándose internacionalmente.
Siendo así, el mejor escenario para la vigencia de los
derechos humanos, es la existencia de eficaces mecanismos que garanticen los
derechos humanos individuales y colectivos, sobre la base de que los derechos
son para todas y todos. Acá en Nicaragua sobran los ejemplos que nos ilustran
lo mal que estamos en materia de mecanismos que sean garantía de verdad de
cuantos derechos nos asisten, eso se explica por la casi absoluta ausencia de
independencia e institucionalidad nacional.
Un par de ejemplos de entre muchos: Cuando una persona
es detenida ilegal y prolongadamente, violándose la libertad individual
establecida en el artículo 33 constitucional, lo correcto es hacer uso del
Recurso de Exhibición Personal (Habeas Corpus). ¿Cuál es la realidad? En la
mayoría de los casos ni siquiera dejan entrar al Juez Ejecutor a las unidades
policiales o sistemas penitenciarios, mientras tanto los abusadores siguen
haciendo de las suyas con torturas incluidas.
Entonces las víctimas se preguntan: ¿Cuál Estado
Constitucional y de Derecho? Y, ¿Qué hacemos para protegernos frente a los
abusadores? La ruta a seguir es la denuncia internacional contra el Estado violador
de esos derechos humanos. Esas instancias internacionales fueron creadas por
los mismos estados, de tal manera que no tienen pretextos para clamorear cuando
son demandados.
Otro ejemplo es la violencia sistemática contra
poblaciones indígenas en el Caribe norte cuyos territorios (propiedad
colectiva) son invadidos con decenas de personas asesinadas en el contexto de
dicho conflicto, problemática agravada por la falta de protección del Estado
que actúa con indiferencia e irresponsabilidad total, con lo cual incumple sus
obligaciones para con los pueblos indígenas, cuyos derechos humanos están
plenamente reconocidos en nuestra Constitución Política e instrumentos internacionales
específicos.
En ambos ejemplos, al no recibir la debida atención y
protección del Estado de Nicaragua, las víctimas están legitimadas para
denunciarlo internacionalmente por las violaciones de derechos humanos de sus
habitantes; para lo cual se puede proceder ante la Comisión Interamericana de
derechos humanos CIDH.
Actualmente, en el caso del Caribe se tramita demanda
internacional ante la CIDH. Al respecto, la Corte Interamericana recién dispuso
medidas provisionales para que el Estado de Nicaragua proteja a las comunidades
indígenas víctimas de ataques que han violado el derecho a la vida; lo cual
obviamente repercute en el prestigio del Estado frente a la comunidad
internacional.
Es así, que podemos sostener que la denuncia
internacional que cualquier persona puede impulsar, desde o afuera de Nicaragua
es un derecho y acción legítima y no constituye ningún delito, ni mucho menos una
conducta vende patria, última que dicho sea de paso ya está vendida a un
asiático y por ironía de la vida, los únicos y originales que se la vendieron
están haciendo gala de hipocresía y cinismo acusando a otros de traidores,
porque uno de los imperios del mundo está promoviendo medidas de sanción, cuyas
consecuencias las pagaría el de siempre: Nuestro pueblo nicaragüense.
Los viejos y nuevos ricos que cogobiernan no serían
para nada los principales e inmediatos afectados, los que morderían el leño de
la injusticia y más represión serían los nicaragüenses que luchamos para vivir
en libertad y sin miedo.
Con lo expuesto, es importante distinguir por una
parte, que el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, creado por los
estados y gobiernos, nos permite denunciar las violaciones que cometen los
creadores de ese mecanismo internacional, siempre lo podemos hacer, una vez
cumplido los requisitos, aunque se pongan arrechos con los que no renunciamos
al derecho de defender derechos.
Por otra parte, y ahí se distingue la diferencia,
están las acciones y medidas adoptadas por estados y gobiernos que hacen uso de
su poder, aplicando el imperio de la fuerza política, económica y militar, es
el caso de los Estados Unidos y los Rusos. Dos potencias que han gravitado en nuestros
asuntos y no somos sinceros cada vez que volvemos la mirada solo hacia uno de
ellos. Sandino, ese gran patriota y ciudadano universal nos enseñó el camino de
la dignidad que sus “herederos” del poder mencionan a conveniencia.
Vale destacar que en la lucha contra la otra dictadura
longeva (la somocista), activistas por la libertad, desde acá adentro y desde
afuera, acudieron y recurrieron a la denuncia ante la OEA y muchos gobiernos,
logrando el aislamiento internacional de esa odiada dictadura.
En el congreso de los Estados Unidos se presentó un
informe sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por el
somocismo. Para los que somos fáciles de olvido, esta potencia jugó su rol
histórico en el nacimiento de las dictaduras militares de nuestro continente y
luego en la promoción de la democracia.
Esa ha sido nuestra realidad e historia, aunque cada
quien lo interpreta y asume a su conveniencia. Sabida esa historia, con
facilidad comprenderemos los bloqueos económicos, invasiones, financiamiento de
guerras y las nicas act.
Ah… Por supuesto, es fácil inferir que no hay imperios
buenos e imperios malos. Las bombas que matan a civiles, muchos de ellos niños,
sean made in USA o RUSA son por igual una ofensa para la humanidad y sin
hipocresía debemos condenarlas.
Para dicha o desdicha nuestra (a gusto del cliente),
los habitantes de Nicaragua no superamos aún esa especie de subordinación o
dependencia colonial de las grandes potencias. No es justo que sigamos bajo la
influencia de las oscilaciones del momento.
En nuestra capacidad y decisión de luchar está la
posibilidad de no seguir aguantando y sufriendo los sistemáticos abusos cometidos
por la nueva dictadura, directamente responsable del aislamiento internacional.
Ahora, armada nuevamente por los rusos, no sería raro que nos convoque en plaza
llena, con la cantaleta anti imperial.
Libertad con justicia social, gozando por igual de
todos los derechos, para vivir sin miedo al poder de turno, sigue siendo un
hermoso ideal.
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