Defensoras de Derechos Humanos informando sobre la conmemoración de ese día
El Estado de Nicaragua, con sus prácticas regresivas y represivas, viola los Derechos Humanos de las mujeres y el orden jurídico nacional e internacional.
Bajo la inminencia del Huracán Otto,
que en la madrugada de hoy ascendió a categoría 2, las mujeres de Nicaragua
conmemoran en lucha, el día internacional de la no violencia contra ellas. Durante
todo el día de hoy 24, el huracán recorrió y afectó a nuestro Caribe
nicaragüense, cuyos efectos dañinos sufren por lo general los sectores más
vulnerables, las comunidades empobrecidas, ancianos, mujeres y niñez.
Con respecto a la violencia, el Estado
de Nicaragua, por acción y por omisión se ha convertido en el principal
obstáculo y violador de los Derechos Humanos de las mujeres y niñas, para
quienes los instrumentos internacionales que reconocen sus derechos, tienen un
valor reducido, si no suprimido, por una práctica perniciosa.
Día Internacional de la no violencia
contra las mujeres
25 de noviembre, es un día de
movilización mundial de las mujeres y a favor de ellas, con hombres que las
acompañamos en su lucha para vivir libres de violencia. En esta ocasión y
después de muchos años de expresiones de calles, las defensoras en solidaridad
con las comunidades afectadas por el huracán Otto, no marcharán como estaba
previsto.
El 25 de noviembre pero de 1960, es la
fecha en que la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana,
asesinó a las hermanas Mirabal (el año pasado escribí sobre ellas en: Las
Mariposas de la Libertad).
El 17 de diciembre de 1999, a propuesta
de República Dominicana la Asamblea General de la ONU, declaró el 25 de
noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la
mujer (Resolución 54/134). Antes, (1981) se había declarado el Día
Internacional de la No violencia contra la Mujer. Así establecido en el Primer
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá Colombia.
Antes y después de dichas fechas, la
violencia contra las mujeres y la niñez se ha mantenido y muchos veces agravada
por la conducta de los estados. En el caso de Nicaragua, se puede sostener que
vamos en reversa, pues una cosa es la declaración formal y otra la realidad
sufrida por muchas víctimas, incluso no reconocidas por el Estado quien deliberadamente
minimiza la violencia bajo el argumento de ser común y no violencia de género y
machista.
En nuestro país, es raro que alguna
temática de Derechos Humanos se haya escapado a los abusos sistemáticos de los
actuales gobernantes, es más con la llegada de ellos y sus 10 años ilegítimos
en el poder se multiplicaron las violaciones. Eso sí, nos abruman de propaganda
de que somos de los más felices del mundo y que las mujeres participan en el
poder como nunca, para ello alegan que mandan 50 y 50.
La Convención Belem Do Pará y Ley 779
La Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violación Contra la Mujer (Ley en Nicaragua), en su artículo 1 dice: “Para
los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer
cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público
como en el privado”.
El Estado de Nicaragua ratificó la
Convención Belem Do Pará en 1995, desde entonces es Ley de la República con
plena vigencia. En consecuencia, sus disposiciones son de obligatoria
aplicación por todos los agentes del Estado, cuyos mecanismos deben garantizar
los derechos de las mujeres. Atendiendo el espíritu y dicha obligación internacional
y luego de años de lucha del movimiento de mujeres y defensoras de los Derechos
Humanos, en 2012 se aprobó la Ley 779,
Ley integral contra la violencia hacia las mujeres.
La Ley 779 no había cumplido dos años
de su aplicación y desarrollo, cuando por la vía de hecho y mediante un
inconstitucional Reglamento, el mismo Ejecutivo que aprobó la ley,
prácticamente la dejó sin eficacia, reduciendo el concepto y alcance de la
violencia de género, de tal forma que a las mujeres y niñas las siguen matando,
según el Estado, no por su condición de mujeres y niñas, así lo dicen los mal
llamados operadores de justicia en obediencia a una voluntad ajena y violatoria
a lo que dispone el orden jurídico nacional e internacional.
Una mujer o una niña, es asaltada,
violada y privada de la vida con saña y odio, sin ser suficiente para quienes
aplican la ley calificando tales crímenes como delincuencia común, es más de
cuando en cuando y sin dignidad alguna se atreven a cerrar y “esclarecer” los
casos con la conclusión “sin motivación”, solo que murieron, que las
asesinaron, cuando mucho “el móvil fue para robarle”.
Concepción machista de clasificar la
violencia contra las mujeres y las niñas, la distinguimos en el siguiente
ejemplo: En los crímenes contra hombres, realizados por hombres que los asaltan
y les quitan la vida, ¿A cuántos violan? Lo común es que no se conoce ese modus
criminal o las autoridades no nos informan.
Defensoras en Plaza El Sol, exigiendo protección a los DDHH de las mujeres
Días antes del 25 de noviembre, defensoras de DDHH de las mujeres, realizaron una marcha desde la UCA hacia la sede central de la Policía Nacional. En la imagen observamos una representación de las mujeres y niñas asesinadas, exigiendo al Estado de Nicaragua que no siga ignorando deliberadamente la existencia de la violencia de género, como el femicidio,
La muerte violenta de mujeres y niñas, antecedida y agravada por violencia sexual, sea en sus hogares o en la calle, es precisamente por su condición de mujeres, esos son crímenes y violencia de género. La calificación practicada por el Estado es entonces una forma de ejercer violencia institucional y machista, echando al cesto de la basura lo establecido en los compromisos internacionales.
Para remate y no dejarnos dudas,
desaparecieron las comisarías de la mujer (violando la propia Ley de Policía),
establecidas como especialidad en consonancia con la prevención y prevención
integral. Con todas sus dificultades brindaban un tratamiento a las víctimas
que se aproximaba al espíritu de la Convención Belem Do Pará.
El gobierno, contrario a lo que dice en
sus campañas bonitas, viola la Constitución Política y los Convenios
Internacionales de Derechos Humanos, la arremete contra dichos instrumentos,
eso sí con un lenguaje lleno de “amor, reconciliación y unidad familiar”,
aunque en la práctica existen hogares destruidos por “los delitos leves”, así
considerada la violencia por los operadores para justificar su negativa de
persecución y de protección integral, cuya elocuente demostración de irresponsabilidad
estatal fue la liberación de los 8000 privados de libertad, entre los cuales
estaban “agresores leves de mujeres y niñas” según decisión y lenguaje
gubernamental.
A propósito de las bondades y la magia
de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, ayer escuché la noticia
que da cuenta de cómo se han reducido los femicidios y lo eficaz que resultan
las charlas y consejería familiar, sobre control de la ira… y etc.
Qué desgracia la de la muchacha cuyo
femicida le quitó la vida con 17 puñaladas molesto porque ella usaba celular. A este asesino de mujeres, ahora confeso, no le hizo efecto esa
bondadosa consejería o no lograron controlar su odio hacia las mujeres. Sería
bueno que multipliquen esa mágica fórmula de reducir los datos, y que se los
expliquen a las familias y huérfanos de la violencia machista ignorada por el
Estado y sus magos “operadores de justicia”.
Abrazo solidario a las mujeres afectadas
por el huracán Otto, las que con sus niños y niñas asumen las principales
responsabilidades en este tipo de desastres.
Viva el recuerdo de lucha y dignidad de
las hermanas Mirabal
Viva la memoria de las víctimas
invisibilizadas por el Estado y Gobierno de Nicaragua
No a la violencia contra las mujeres y
niñas
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