Un día como hoy
A
Guillermo Rodríguez (Joaquín el obrero)
23 de agosto de 1980. Imagen que conocí 20 años después
Un día como hoy, exactamente hace 37 años, miles de
jóvenes, más bien una chavalada en multitud, partió en camiones cargados de
emoción por una de las causas más hermosas y de sobrada razón hecha en
Revolución: La gran Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA).
Nos constituimos en el EPA: Ejército Popular de
Alfabetización, y de verdad que integramos un ejército, con la distinción que
no llevamos ni portamos fusiles, sino lápices y cartillas, de esa historia se
ha dicho y escrito hasta el infinito, por eso es la obra más recordada, su
significado fue más allá de enseñar a leer y escribir. Fue la conexión del
campo con la ciudad, independientemente de lo que sucedió después.
No hay otra obra social, cultural y educativa comparable
con la CNA, por eso la recordamos, por eso está en nuestra memoria, por eso no
olvidamos y diría que pasó a ser parte de la identidad e historia personal, fue
un ideal traducido en una enorme acción. Y qué clase de acción. No obstante, la
historia registra también los ataques de que se trató de un lavado de cerebro
de la politización comunista, incluso fue “justificación" para el asesinato de
brigadistas.
Con mi esposa, quien cumplió sus 15 años
alfabetizando, e hijas recordamos la CNA como el gesto más hermoso en que nos
involucramos en la década revolucionaria de los 80, es carta de presentación
para la posteridad aunque no vivimos de la historia, es para la memoria, no se
come pero nos alimentó mucho en dignidad.
En mi caso, tenía 19 años recién cumplidos, aunque
había participado en la insurrección, no había un parangón con lo que hicimos
pocos meses después con la alfabetización. Nunca había salido tantos meses
fuera de mi casa, estaba acostumbrado al hogar de mi familia Carrión Maradiaga,
quizá lo mismo sintieron mis hermanos, cuya mayoría también se movilizó en el
EPA.
Me tocó viajar a El Rama, región central del país, un
recorrido de 300 kilómetros en aquellos años la carretera no estaba como la de
hoy pero el cansancio o la fatiga fue superado por el entusiasmo de lo que nos
movía y motivó tanto… Por supuesto me deslumbró el campo, la naturaleza y su
gente, y cómo no me iban a deslumbrar los ríos, El Siquia que tantas veces
recorrí, que con El Mico y El Rama desembocan para convertirse en El Escondido,
que conduce a montones de comunidades y lo lleva también a Bluefields.
Conocí entonces a decenas de muchachas y muchachos,
hablar de todos es para otro espacio de los recuerdos y la reflexión, por ahora
quiero traer a la memoria al obrero Guillermo Rodríguez, a quien conocí en una
comarca (La Concha) ubicada cerca del municipio, estaba con unos chavalitos
originarios del lugar, varios de ellos estudiaban en el INTECNA de Granada.
En una de las tantas arengas que acostumbraba en ese
entonces, lo oí hablándole a sus hermanos brigadistas de comarca, para
animarlos a que se mantuvieran alfabetizando y que no desertaran, les decía:
Cuando ustedes estén grandes (mayores o viejos) ¿qué le van a contar a sus
hijos y a sus nietos si éstos le preguntan papá, abuelo, participaste en la
alfabetización…? Y él mismo se respondía Sí… y lo diránnn con orguuullo (El
obrero le daba una entonación propia a su chaguite).
También me contó y les contó a los otros chavalos que
había tenido una novia, que la describía muy linda y que por sus diferencias de
clase fue un amor imposible, lo recuerdo como si me lo contara ahorita, eso lo
expresaba con una emoción, él ya era mayor que todos los que ahí andábamos. Era
tremendo hablando de la lucha de clases, no fue casual que le llamaran más como
el obrero que por su nombre. Después asumió responsabilidades en el municipio,
dada su trayectoria en la lucha para derrocar al somocismo.
Murió recientemente, siempre lo vi como un activista
anti dictadura como la que padecemos ahora con la nueva dinastía. Murió como lo
conocí en aquellos años, en la sencillez de la pobreza económica, no conocí
señalamientos en su contra de que se haya enriquecido ni aprovechado de su
historia personal caracterizada por la entrega y compromiso, vivió la
revolución no sólo de la boca para afuera, fue de acción y de rebeldía
permanente.
Sobre la Cruzada podemos decir y escribir montones de
artículos, mejor dicho ya se han hecho montonones, entre los alfabetizados
encontramos muchos testimonios más los miles presentados y contados por los
brigadistas. Las composiciones del canto popular no se hicieron esperar, hay CD
completos y hasta tienen un ritmo pegajoso como esa de Luis Enrique Mejía
Godoy: “…Convirtiendo la oscurana en claridad josefana va por la costa va… Arri
tin tin!!!
En otra oportunidad compartiré sobre mis experiencias
en los extensos recorridos por río o a pié para visitar a los y las brigadistas
de 4 Esquina, El Tomate, Griselda, Monte Rosa, San Valentín y Angostura. Esperemos que el
paso del tiempo y el peso del Alzheimer no nos marchiten la memoria. Ésta conserva aquellas experiencias de la vida, en esos meses, como cuando me perdí más de una vez, o aquella cuando el campesino Don Isidro me sacó el tórsalo que una mosca sembró en uno de mis puños.
Y, hablando de memoria, una lástima que el antiguo
museo nacido de esa monumental obra educativa y social haya sido blanco de la
intolerancia del ministro de educación de los 90. Ojalá que el Instituto de
Historia de Nicaragua y Centroamérica de la UCA pudiera relanzar el proyecto
que reunía parte de la memoria de la CNA.
Dos recuerdos de personajes extraordinarios. Recién
estaba llegando a la primera comarca sobre el Río Siquia (Muelle Real),
ubicando a las primeras escuadras de brigadistas, cuando escuchamos el piripipi
de una emisora que daba cuenta sobre el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo
Romero, de quien tiempo después conoceríamos mucho más.
El otro recuerdo es sobre el Padre Fernando Cardenal,
lo conocí personalmente, y la primera vez que lo vi fue
en el acto de clausura de la alfabetización que realizamos en El Rama, ahí vi
también por primera vez a Luis Enrique Mejía Godoy, con sus canciones nos hizo
mover el esqueleto. Sobre esos personajes, ustedes conocen mucho más que yo.
Ahora, 37 después, entre mis amigos con quien me trato
como hermano hay varios que participaron en la alfabetización, a todos ellos
mis felicitaciones, especialmente porque seguimos en lucha para vivir en
libertad y sin miedo.
Quien diría… queda mucho por hacer en materia de
educación, incluso enseñar a leer y escribir.
El EPA y la CNA, en nuestra memoria y como parte
indisoluble de la historia.