Constitución y Estado terrorista
Escribo golpeado por los acontecimientos más dolorosos que he
vivido y sufrido como defensor de derechos humanos en Nicaragua. El actual
estado de terror desatado en los últimos 43 días, me trae el recuerdo de cuando
tenía 18 años, era junio y julio de 1979, en el derrocamiento de la dictadura
dinástica somocista. Época en que estabas con Somoza o eras tiro al blanco,
peor para los que éramos jóvenes. Fue el tiempo de los escuadrones de la
muerte, reeditados en la actual ola de represión.
La dictadura dinástica y sanguinaria de ahora asesina a
jóvenes, niños y pueblo alzado en una rebelión desarmada. Bandera azul y
blanco, pitos, tiradoras (huleras) y morteros han recibido el ataque cobarde de
fusiles de guerra en manos de una estructura criminal organizada y dirigida
desde el poder central a cargo de la familia Ortega Murillo.
El 18 de abril comenzó la rebelión nicaragüense frente a la
tiranía y la opresión, acción legítima y constitucional, establecida en la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Como lo expongo en los
dos artículos anteriores, el 19 de abril comenzaron a asesinar, desde entonces
la familia en el poder mantiene la orden de represión criminal y como si se
tratara de una guerra, sus soldados y paramilitares tiran a matar.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, en su
informe preliminar del 21 de mayo pasado reportó 76 personas asesinadas, 868
heridas y 438 detenidas, sin poder determinar en ese momento la existencia y cantidad de
detenidos desaparecidos. El Estado de Nicaragua, en el mal llamado diálogo, se
comprometió a cesar la represión y comunicados de la Policía del régimen,
dijeron que sus fuerzas del “orden” estaban en sus cuarteles, para justificar
la falta de protección a la ciudadanía, el dictador también dijo que la Policía
“no tenían orden de disparar”, los hechos lo desmienten.
Desde el informe de la CIDH y con el compromiso declarado del
Estado de cesar la represión, los agentes y paras, han ejecutado a unas 30
personas que igualmente ejercían sus derechos humanos constitucionales. Es
decir, en 43 días de protesta cívica al menos 100 asesinados, heridos y
lesionados suman más de un mil. Detenidos, torturados se cuentan por centenares
y una cantidad indeterminada de desaparecidos. Cómo calificar todo eso…? Como Estado
terrorista, expresado en toda una estructura y organización criminal.
Por eso, mis dos temas anteriores tienen el título de Dictadura
Sangrienta y La Dictadura va a dialogar con orden de matar. No hay
que ser adivino para acertar, pues basta observar los acontecimientos para
concluir que nos desgobierna una tiranía armada y sanguinaria, los hechos
hablan por sí mismos.
Derechos constitucionales
Como defensor de derechos humanos, en incontables
experiencias me ha tocado abogar por la vida e integridad de moros y
cristianos, incluidos los que en el pasado reciente, “gobernando desde abajo”
paralizaron el país permanentemente durante 16 años y ahora, desde arriba son
parte de la estructura criminal que niegan todos los derechos constitucionales,
y en extremo el derecho a la vida.
La dictadura mata a nuestro pueblo, ayer masacró una vez más,
en el día dedicado a las madres homenajeadas por una multitud cívica; mientras
la dictadura hablaba, su anillo de terror estaba desatado disparando a la
multitud, fue una especie de castigo a las madres y al pueblo que
mayoritariamente les dijo otra vez que ya no los quieren, que se vayan.
Ayer, por la tarde y la noche, cumplieron las amenazas que
hicieron correr días antes, masacrar e imponer terror, ese es el único recurso
que les queda porque saben y sienten que les llegó la hora, les llegó el
momento final, que creen poder evitar quitando la vida y superando a cualquier
mente criminal. La historia se repite, el final también.
Resulta que mientras masacran y aplastan todos los derechos
humanos, cínicamente reclaman derechos constitucionales como el derecho de
circulación, a propósito de los tranques, mientras la tiranía tranca kilómetros
enteros a la redonda de su residencia en El Carmen, anteayer ubicaron
barricadas con piedras canteras y unos enormes obstáculos poncha llantas. Era
el presagio de la orden de disparar a matar, tienen plena conciencia criminal
de lo que hacen.
Los asesinos deben estar en la cárcel, los asesinos del
pueblo no tienen derecho a gobernar, mucho menos los asesinos en masa y como
siguen matando, no cabe discusión alguna de procedimientos constitucionales
para quienes durante 11 años se han limpiado con ellos.
Quien mata y aplasta los derechos y garantías, no solo pierde
el derecho a gobernar, sino que el pueblo en rebelión está en su legítimo
derecho de sacarlos del poder, porque si atendemos los “derechos constitucionales”
de la dictadura asesina, llegarán a 2021 y seguirán en el poder encima de
nuestros cadáveres.
Abajo la dictadura, si no se van tenemos derecho a
derrocarlos, que le pregunten a los descendientes de la dinastía somocista cómo
terminó su historia.
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